Cuando el niño sonreía me era inevitable no mirar con detenimiento las pecas que adornaban sus mejillas y nariz.
—Lix. ¿Por qué eres tan bonito?— pregunté dándome cuenta de que últimamente estaba actuando como un tonto.
¿Cuando me había vuelto así?.
Él se sonrojo considerablemente y evitó mi mirada. Cierto, desde que Lee Felix entro a mi vida ya no era el mismo amargado.
—Cuando te hablé debes mirarme— lo tome del mentón y lentamente me acerque hasta que nuestras respiraciones se mezclaron.
Su pequeño cuerpo tembló ante esta acción y me deleite con su timidez —Hyung...— murmuró arrugando la tela de mí gabardina entre sus pequeñas manos.
—Bésame Felix— demandé.
Avergonzado deslizó su lengua por la comisura de sus labios y cerré los ojos, me estaba comportando como un tonto enamorado, ¿Acaso yo...?. Todo pensamiento se detuvo cuando sus labios color cereza rozaron los míos de manera dulce y aunque rápido fue suficiente para dejarla la escencia de su sabor a durazno.
—N-no se si lo hice bien— murmuró torpemente.
Acaricie su mejilla sonrosada —Me gusta que seas inexperto, es extrañamente dulce y acogedor—.
Sonreí enternecido cuando metió las manos en los bolsillos de mí gabardina y reposo su rostro en mi pecho —Me gustas mucho, Hyunjin Hyung—.
Tal vez si. Este niño me gustaba más de la cuenta, era un pecoso delincuente que no me dió tiempo de negarle la entrada a mi dañado corazón.
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