.
—¿QUIÉN ERES?— gritó aquél hombre.
—Yo... yo...— estaba muy asustada para poder responderle —Soy Da.. Daniela— dije finalmente.
—¿QUE RAYOS HACES AQUÍ?—
Quería decirle "Por favor, no me grites" pero solo fue un pensamiento.Estaba asustada por sus gritos que empecé a jugar con mis manos temblorosas y al ver que no respondí a su pregunta, aquél hombre se acercó con agresividad y me levantó del suelo de un solo estirón, quedando frente a frente.
—Dije, ¿Qué haces aquí?— preguntó de repente como un susurro, y agradecía que ya no hubiera gritado pero seguía sonando amenazador.
—Necesitaba ayuda y encontré esta cabaña— confesé con mi mirada en el piso, no podía ver a los ojos a aquel hombre.
—¿Y qué? ¿Acaso viste que decía "Refugio"?—
—No, pero...—
—Ashley te dejó entrar ¿Verdad?— me interrumpió con aquella pregunta.
Ashley, ¿Quién era Ashley? ¿Acaso así se llama la chica que me dejó entrar?
—Eh... Sí— respondí.
Aquél hombre me examinaba con su mirada, ¡Dios! Me daban escalofríos.
—No eres bienvenida aquí— empezó a caminar a mi alrededor mientras me seguía observando. —Odio que humanos estén en MI territorio— comentó finalmente.
¿Humanos? Pensé. ¿Y el qué era? ¿Extraterrestre?
Quería reírme por aquél comentario, que intenté agachar mi cabeza y omití una pequeña risa.
—No niña, no soy extraterrestre— habló de la nada, haciéndome asustar.
¿Qué fue eso? ¿Leyó mis pensamientos?
Lo miré sorprendida, pero su cara solo mostraba disgusto.
—Co... ¿Cómo...?—
Necesitaba probarlo, necesitaba saber si en verdad leía mis pensamientos.
Empezó a mostrar una sonrisa burlona mientras se cruzaba de brazos y me miraba.
Si no eres extraterrestre, ni un humano, entonces ¿Qué eres? ¿Un fantasma? ¿Un hombre lobo como las películas?
—¿Me estás poniendo a prueba con tu voz interior?— preguntó de forma burlona.
¡Entonces si lees mentes!
Pegué un brinco de emoción sin darme cuenta, no sé porqué, pero me parecía divertido que pudiera hacer aquello.
¿Eres mago acaso?
—¡¡Oye, niña!! Ya no sigas por favor— dijo volviendo a su semblante frío —No sabes cuan molestoso es saber lo que las personas piensan—
—¡¡Entonces si eres un mago!!— lo miré sorprendida y con una sonrisa.
—¡¡NO!! ¡¡Y LARGO!! NO TE QUIERO VER AQUÍ— gritó y señaló la puerta
—¡Oh, no por favor!— le dije —Déjame quedar, prometo no molestarte, ni siquiera notarás mi presencia ¿Vale? Pero déjame quedar ¿O acaso no tienes un corazón y me quieres dejar morir de hambre y frío allá afuera?— hablé tan rápido que dudaba que me haya entendido todo.
—Niña, te dije que mi cabaña no es refugio. Si no te vas ahora mismo, aquí van a pasar muchas cosas— habló con la paciencia agotada.
—¡¡Por favor!!— rogué con lágrimas.
Jamás había rogado tanto como ahora, y eso solo porque la situación lo amerita.
Aquél hombre me miró por unos largos segundos, que parecieron eternos. Se empezó a acercar, hasta quedar a pocos centímetros de mi.
Lo tenía tan cerca que pude notar muy bien sus facciones, sus ojos eran de un color café oscuro, su cabello era castaño oscuro, sus labios eran pequeños y su nariz era muy perfilada.
—Escúchame bien— susurró —Te quedarás pero...— fue en ese instante cuando acorte la poca distancia y enredé mis brazos alrededor de su cintura dándole un abrazo, mi cabeza quedó posada en su pecho. Pero era extraño, no sentía ni escuchaba sus latidos.
—¡Gracias de verdad!— alcé la mirada para verlo y se encontraba sorprendido.
—¿Qué... qué haces?—
Fue entonces cuando caí en la realidad. Lo había abrazado.
—¡¡OH!! Lo siento señor— dije alejándome.
—No te me vuelvas a acercar y te quedarás pero con condiciones—
—¿Condiciones?—
—Con la condición de que sigas las reglas—
—¿Cuáles reglas?—
Lo vi acercarse a un escritorio, sacó una hoja de cuaderno y empezó a escribir algo en ella.
Yo seguía parada cerca de la puerta de la habitación, esperando alguna respuesta de su parte.
Minutos después me extendió una hoja.
—Al final de este pasillo podrás ver una puerta, esa será tu habitación, te podrás quedar ahí hasta que encuentres como irte— dijo mientras se regresaba al escritorio. —Ahora por favor, retirate— concluyó.
—Ss... Sí, muchas gracias— dije nerviosa mientras salía de aquella habitación.
Al salir, pude darme cuenta de lo cuan grande era el pasillo. Y era correcto, había una puerta café al final.
Caminé hasta allí, y al abrir la puerta me encontré con una habitación muy bonita, las paredes eran de un color blanco, el piso estaba cubierto por una alfombra de lana color café, había una ventana alado de un escritorio y más alado estaba la cama, había un pequeño clóset vacío y arriba de él habían unas cajas, también había una puerta donde estaba el baño
Me acerqué al escritorio y dejé la nota en ella para poder leerla:
Reglas:
1)No abrir ninguna de las puertas de abajo.
2)No hacer ruido. ¡Es molestoso!
3) Dejar de hablar con tu mente, los puedo escuchar.
4)Tener en orden TODO.
5)No salir cuando hayan visitas.
6)No comer de las uvas del huerto.
7)No preguntar quien soy, y porqué puedo escuchar la voz de tu mente.
8)No te quiero cerca de mi.
9)No volver a entrar a mi habitación, sin autorización.
10)Avisar a Ashley si necesitas algo.Estas reglas eran muy difíciles a seguir.
¿Ustedes piensan que me quedaré en un solo sitio, y que no hablaré con mi mente mientras me siento aburrida?.
Jaj ¡tonterías!.Solo espero llevarme bien con aquel extraño.
~Gracias por estar aún aquí, no se olviden de votar y seguirme ;)
ESTÁS LEYENDO
EL CORAZÓN DE UN VAMPIRO
Vampire-¿Un vampiro con personalidades?- -¡En realidad!... Solo son nuestros demonios!- -¿Demonios?- -¡Los vampiros, somos demonios!- La piel se me erizo al escuchar aquello. De repente empecé a sentir frío, y miedo. Pero... él no me haría daño, ¿verdad...