Pesadilla

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Pesadilla

Jerusalén, Estado de Palestina. 12:20 pm 1 De julio del 2016

Áron

Los gritos de guerra volvían a resonar en mi cabeza; las explosiones, los disparos, el chocar de espadas. Miles de batallas a través de los tiempos habían calado profundamente en mi interior, acorazando poco a poco mi corazón hasta llevarlo a un punto en donde nada lograba intimidarlo.

Bueno, casi nada.

Viví cientos de guerras cada una más grande y difícil que la anterior, pero sin importar lo que hiciera o cuantas lograse ganar; mis recuerdos siempre regresaban al mismo campo de batalla una y otra vez. Aquella única memoria capaz de romper mi coraza y dañar mi corazón, aquella que lograba atormentar mi mente quebrantando mi alma.

Aquella que siempre terminaba por convertir todos mis sueños en pesadillas...

"Ella te necesita. ¿Qué crees que haces Aaron? ¡Muévete! Intento moverme, echar a correr; pero no logro tomar una decisión definitiva. La sangre hierve ardientemente en mi interior, mi cabeza vibra al ritmo de los tambores de guerra; y mientras mi cerebro y corazón se debaten el control de mi cuerpo, mi alma solo intenta hacerse notar.

¿Tenía que ayudarla? ¿Acaso eso importaba ahora?

Hemos hecho esto una infinidad de veces, ya se las arreglará por su cuenta; yo tenía cosas más importantes que hacer.

¿Me ves... Estas observándome?

Levante mi arma dando la señal de ataque, el grito conjunto de mi ejercito rompió el silencio de la llanura; mis ojos solo tenían un objetivo. La victoria.

Mira de lo que soy capaz..."

¿Habré tomado la decisión correcta?

-Cuando nos topemos con alguno de ellos déjenme hablar a mi. La elocuencia es uno de mis mejores atributos.

Las voces y risas de los chicos me trajeron de vuelta a la realidad. Joshua intento recuperar la seriedad de sus palabras, pero la risa continua de los demás lo hicieron abandonar cualquier esfuerzo, por lo que termino uniéndoseles con su característica carcajada.

Sonreí. Ellos seguían en su mundo ajenos a cualquier problema externo, ajenos a aquellos recuerdos que tanto me atormentaban; justo como debía de ser. Después de todo ellos son la única familia que tengo, son la única razón por la que soporto esta pesadilla. Había tomado una decisión por el bienestar de mi familia, no podía echarme hacia atrás.

Un escalofrió recorre mi cuerpo. Observo inquieto a mi alrededor. Parece que sin importar el tiempo que pase en esta casa, mi cerebro no puede dejar ir el recuerdo de ese día; ese dichoso día donde mi vida y la de ellos cambió por completo. Todo eso sucedió aquí. E irónicamente este sitio, donde nuestros destinos fueron sellados, donde nuestras vidas dejaron de ser tan simples; se había vuelto nuestro lugar favorito para pasar el tiempo.

Muchas cosas habían cambiado en este lugar desde entonces, pero muchas otras seguían igual.

Las paredes estaban agrietadas y la pintura color beige se había opacado. Varios grafitis estaban dibujados sobre ellas, mientras algunos posters de películas, videojuegos y bandas colgaban ocultando las grietas. La madera del suelo, se encontraba desgastada y opaca. Y sobre esta, varias latas de gaseosa, juegos de mesa viejos, cómics y libros se hallaban esparcidos.

Y aunque a simple vista parecería un desastre. La casa no estaba sucia o desordenada por completo. Nosotros hacemos todo lo posible para que sea de esta manera. Casi siempre barremos, quitamos el polvo y las telarañas, arreglamos las almohadas de los sillones viejos, y lavamos las pocas ventanas que quedan intactas. Intentamos darle un toque de vida y civilización a la casa.
Pero a pesar de nuestros esfuerzos, la ausencia de alguien viviendo en ella es demasiado evidente. El lugar se encontraba abandonado, muerto.

Crónicas de un Jugador: El principio del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora