• q u i n c e •

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Levi lleva a Eren al muelle tanto como le es posible. Caminan un poco entre la arena y luego se detienen a mirar la puesta de sol sentándose en algún lugar entre la sombra; la arena haciéndoles cosquillas en los pies, los matices naranjas mezclándose con el azul del cielo y el mar.

—Me encanta esto — Eren le dice a Levi, igual que siempre. Lleva sus piernas hasta su pecho y las abraza para poder descansar su barbilla sobre sus rodillas. Suelta un suspiro y en sus ojos el brillo del mar resplandece mucho más. Sus mejillas y nariz están tenuemente rojas debido al sol.

—Eren — Levi llama su atención después de un rato.

—¿Qué es?

—¿Eres feliz aquí? — Eren le mira con incomprensión tratando de entenderlo, de entender el por qué de su súbita pregunta, su corazón se encoge un poco en preocupación, pero tras reconocer la tranquilidad en el rostro de Levi se alivia al concluir que su esposo no pretende otra cosa más que la certeza, sonríe con sinceridad.

—Mucho — Eren pone su mano frente a ellos, pidiéndole a Levi que le dé la suya, cuando lo hace entrelaza sus dedos. —. Si estás aquí por supuesto que lo soy. ¿Qué hay de ti, mi amor? ¿Eres feliz junto a mi?

La expresión de Levi se vuelve extraña ante la forma tan cariñosa que Eren tiene de llamarle, aún no demasiado acostumbrado a ello. Tras un suspiro relajado le hace saber su respuesta.

—Por supuesto que lo soy.

Eren acaricia la mejilla de Levi, le mira a los ojos. —Quiero besarte.

Levi ni siquiera se molesta en mirar a su alrededor. —Eso es lo que deberíamos hacer. Estamos casados ¿no?

La calidez sobrecoge el corazón de Eren. Y a Levi, quien muchas veces antes esa misma sensación le pareció extraña e incómoda, ahora no puede más que hacerle sentir tranquilo... feliz. Se acercan, apenas rozando sus labios, suaves, húmedos. Con los deseos incontrolables de quedarse así por siempre.

Nuestra perfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora