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—¿Cuando ves las estrellas tan brillantes cómo esta noche en que piensas?

Sentados en el balcón de su departamento, envueltos en una frazada gris y con un delicioso y caliente chocolate para Eren, y un té negro para Levi, Eren acomoda su cabeza sobre el hombro de quien es su esposo mientras espera su respuesta.

—En nada — Levi le dice, directo y brusco así como solo él puede ser.

Eren deja cuidadosamente su taza sobre el posa brazos de la banca y luego se abraza fuerte a la cintura de Levi, descansa su oreja sobre su corazón. Sus latidos son tan fuertes como los brillantes fuegos artificiales en Año Nuevo.

—Oh, vamos, eres secretamente un escritor de romance, seguro que piensas cosas dulces.

Los dedos de Levi los siente suavemente jugando con sus cabellos. Su mano libre aparece sobre su barbilla y le obliga a alzar el rostro. Frente a frente, Levi se acerca lentamente, Eren piensa que le besará pero entonces él desvía el rostro y deja sus labios a una distancia prudente de su oreja, su respiración haciéndole cosquillas y erizándole la piel.

—Cuando veo las estrellas así de brillantes, no puedo dejar de pensar en lo hermoso que lucirás para mi cuando te haga el amor esta noche.

A Eren normalmente, la mayoría de las veces, después de siete años de relación y algunos meses como pareja casada, ya no le avergüenzan (tanto) los comentarios descarados de Levi. Pero cuando el cretino juega sucio y le toma con la guardia baja, no puede controlar el bochorno que le cubre las mejillas de rojo.

—¡Levi! — chilla, cubriendo su oído mientras el bastardo de su esposo vuelve a dentro con una sonrisa orgullosa.

Oh, no. No ganará. Eren se pone de pie y le sigue, dispuesto a hacerle decir alguna de esas fracesitas románticas que guarda para sus escritos, tanto como se llama Eren Ackerman que así será.

Nuestra perfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora