Capitulo 6. Verdades que duelen

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–Eli, eres preciosa… –me dijo Daemon con una sonrisa apenas visible, acariciando mi mejilla con el dorso de su mano poco a poco, mirándome tiernamente a los ojos. Estábamos en el mismo sitio que ayer, aquella habitación…

–Daemon… –dije totalmente roja por sus palabras y acciones. Vi como se iba acercando a mí lentamente mirando fijamente mis labios. Estábamos tan cerca que nuestras narices se estaban tocando. Seguidamente siento como choca nuestros labios delicadamente, moviéndolos suavemente sobre los míos. Siento como su mano comienza a bajar poco a poco el vestido. Nuestros labios se separan y entonces vagamente me doy cuenta de lo que estoy haciendo. Veo como él baja su cabeza hasta mi cuello repartiendo pequeños besos por él provocando que cierre los ojos. Lo cojo por los hombros intentando separarlo, aunque, parece que mis manos no intenten empujarlo. Siento como sus besos van descendiendo más abajo. ¿Pero qué me pasa? ¡Páralo Eli! ¿Porque parece que sea ajena a todo lo que está pasando?– Espera… Detente…

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–¡YA BASTA! –grito con todas mis fuerzas al no aguantar más. Lo primero en que me fijo al abrir los ojos, son en mis manos que están estiradas hacia delante como si intentase empujar a alguien. Rápidamente me incorporo en la cama sentándome y mirando de un lado a otro. Estaba en mi cuarto–. Ah… ¿Era un sueño? –me vuelvo a acordar del sueño sintiendo el rubor extendiéndose por mis mejillas. ¿Por qué tuve ese sueño…? Dios, qué vergüenza.

Pongo mi cabeza sobre mis rodillas intentando esconder mi cabeza y pensar más a fondo en el sueño. Jamás me pasaría nada parecido… O no en el modo en que lo quiero yo. Podría pasar, pero eso haría que fuera una más, me dejaría de lado como seguramente ya ha hecho. Y yo no quiero que eso me pase. Puede que sea tonta, pero nunca llegare a tal extremo. Se cuales son los limites, y no pienso sobrepasarlos. Lo único que me causaría, seria dolor, y no sería muy fácil olvidar eso. No lo sería. En absoluto.

Giro mi cabeza hacia mi perchero, donde están colgados mi uniforme del instituto y el vestido que me regalo Daemon. Cada vez que me fijo en él, se me vienen a la cabeza todos los sucesos que pasaron ayer. Es como si ese vestido fuera la prueba de que todo lo de ayer fue real…

No… Aun sin el vestido se sentiría real. Levanto mis manos hasta mí tocando mis muñecas. La fuerza de sus manos. Y la calidez… Me toco con los dedos mis labios recordando aquellos besos de ayer tan… raros. La sensación de sus manos en mi piel… Lo recuerdo todo tan claramente… Me dirijo hacia el perchero cogiendo el vestido entre mis brazos. En ese momento… Si hubiéramos ido más lejos… ¿De qué forma me habría cambiado eso? ¿De qué forma lo hubiera cambiado? ¿Qué hubiese pasado?

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Toda la clase está recogiendo y limpiando la clase por el festival. Estoy caminando de un lado a otro ayudando y supervisando de que nadie se quede sin hacer nada, hasta que miro hacia mi lado viendo a Daemon con dos amigos suyos riéndose de algo de su móvil. Otra vez no está haciendo nada. Supongo que al ser delegada de la clase, es mi deber hacer que el haga su parte. Agacho mi cabeza acercando la carpeta que llevo en las manos hacia mi barbilla, mirándolo de reojo. Estaré bien mientras no piense en lo de ayer. Solo actuare como siempre. Me muerdo el labio inferior, intentando quitar todo mi nerviosismo que hace que mis piernas tiemblen y no se puedan acercar a él. ¡Vamos! ¡Como si no hubiera pasado na…

Veo como su cabeza se comienza a girar hacia donde estoy yo, provocando rápidamente que me dé la vuelta, y así que no se dé cuenta de que le estaba mirando. Joder. No puedo hacerlo.

–¡Oye, tú, ven a ayudar! –escuche como le decía una chica seguramente a Daemon. Me giro poco a poco para confirmar mis sospechas. Veo como él se queja cuando le quita el móvil de sus manos para que le preste atención. Bueno, al parecer alguien se me adelanto. Me vuelvo a dar la vuelta dispuesta a irme a supervisar y ayudar a otro lado.

Todo tiene un comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora