Parte 01

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Alai corria por los largos pasillos del instituto, llegando tarde para variar. A veces odiaba asistir a un colegio de personas ricachonas, se sentía fuera de lugar al ver como sus mismas compañeras de grupo la miraban con desprecio él día de llevar ropa normal.

Ella nunca se considero rara, al contrario sabia que su estilo era normal, no tenia un cuerpo agraciado como las demás chicas de su edad y le gustaba no mostrarlo.

Por eso muchas de sus compañeras se cuestionaban si era una mujer o un hombre. Recibía burlas, demasiadas para su gusto pero ella entendía no por algo su tutor siempre le decía.

"Él mundo no esta listo para alguien tan genial como tu"

Le creía a James, claro que le creía si él decía que la luna es de queso obviamente la luna era de queso. Aunque también sabia que él solo la estaba protegiendo de todo y exgeraba en ocasiones.

Alai recordo el dia que todo se jodió aun mas de lo que ya esta, ese dia no se enojo con ella o con su amiga si no con los imbéciles de sus compañeros que no habían estando ahi y no sabían como habían sucedido las cosas y aun asi se pusieron a comentar a diestra y siniestra.

¿Y que sucedió? Facil, algo normal porque para ella era normal: su mejor amiga le confeso sus sentimientos y la beso.

Ella sabía perfectamente sus preferencias pero nunca estuvo consciente -o tal vez si- de los sentimientos de la ojiverde. Pero ese ya no era el punto para ella, las burlas sé volvieron su rutina diaria no sólo por él incidente si no por su apariencia.

Recuerda la cara de su amiga al momento de separarse y escuchar las burlas. La miro con culpa, con impotencia, pero los orbes castaños de Alai simplemente se volvieron a cerrar dándole un beso en la mejilla para tomarla de la mano e irse del pasillo.

Lo que si no pudo olvidar tampoco fueron esos bellos ojos chocolate mirarla con asombro y burla, burla que también compartía con sus amigos del equipo de basquet: Aristoteles Córcega él capitán de ese equipo y él chavo mas popular y lindo que había visto.

Se sentía un maldito cliché al estar suspirando como idiota por Córcega cada vez que se acercaba a ella, aunque solo era para burlarse.

Él era un patán con dinero que buscaba a las mujeres solo para una noche. Eso no era para ella, ella buscaba algo mejor, ella esperaba algo mejor. A la pareja ideal.

Sus cortas piernas se detuvieron al escuchar unos sollozos ahogados, penso en sus opciones si en ir y brindar su ayuda a la persona o largarse y ahorrarse el sermón de la profesora de Calculo.

Avanzo lentamente al inició de las escaleras y lo vio. Su corazon se achicó y dolió al ver esa triste escena, ladeó la cabeza apreciando el momento de debilidad de ese chico, ese mismo chico lindo que le hacia la vida imposible, ese mismo chico que aparentaba no tener sentimientos.

—¿Estas bien, Aris?— pregunto aún mirándolo sin saber que hacer.

Él rizado detuvo sus sollozos al reconocer a la dueña de esa voz, con una expresión dura Alai entendio que él Córcega no la quería hay.

>>Puedo ayudarte, ¿porque lloras?— comenzó a decir la castaña acercándose cautelosa al rizado.

—No es de tu incumbencia, chiquillo— Alai fruncio la nariz en desaprobación ante él apodo empleado, sin embargo lo dejó pasar esta vez. Después de todo no era la primera vez que él se refería a ella de esa forma.

La menor no dijo nada, solo sigo acercándose al rizado él cual ahora miraba sus manos, con toda la tranquilidad tomo asiento en él escalón aún lado de el. Aristoteles gruño cual animal al sentir él calor del cuerpo de la chica cerca suyo, no la necesitaba, quería estar solo.

T o m b o y ✿ A r i s t e m oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora