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Se sentía bastante bien. La mano contraria tenía atrapada su cintura, y éste atrapaba el cuello contrario. Y los labios difundían el secretos amor que ambos tenían. Pero al ser separados el menor se sonrojó y se bajó de las piernas contrarias. — ¡L-Lo siento, Keith..! — tartamudeó al hablar y se sintió estúpido por ello.

Una sonrisa agradable salió de los labios del azabache y abrazo al menor. — tranquilo. —  

Gay. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora