"Señor Gato"

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Un pequeño ratón gris se encontraba en el césped de un bosque no muy lejos de la ciudad limpiándose con sus patas el osico después de una cacería exitosa, o al menos así le llamaba el a entrar y robar comida de una casa sin haber muerto, lo que el pobre ratón no sabia era que algo lo acechaba entre los arbustos que lo rodeaban.

Un gato pinto lo veía fijamente con el cuerpo bajo, acechandolo y una vez preparado para atacar movió sus hombros en un baiben, tomó impulso en sus talones y dio un brinco certero hacia el mamífero orejon, haciendo al pequeño caer al suelo y ver al gato aterrorizado.

-¡Por favor no me coma, Señor gato!.- Dijo el ratón envuelto en miedo, su pequeño corazón palpitaba acelerado.

-¡Si es comida lo que buscas, puedo saciarte con algo mejor que mi delgado y sucio cuerpo!.- rogó piedad el pequeño roedor ante el feroz gato.

El felino miro curioso, el ratón no iba a escapar de ser devorado, pero como dice el dicho, la curiosidad mató al gato

-Bien, muéstrame la oferta que creas que es merecedora de mi piedad.- El gato guardo sus afiladas garras y se sentó enfrente de el ratón esperando.

El pequeño ratón tomo con rapidez en sus pequeñas patitas una de las 5 semillas de girasol que había logrado robar de la casa de un humano y lo alzó a la vista de el gato.

-P-Puedo ofrecerte mi comida, la acabo de conseguir!.- Ofreció el roedor temblando.

-Yo no cómo semillas, pequeña rata.- Se quejo el gran felino con una mueca, ya estaba empezando a desinteresarce en darle su "piedad" a su presa.

-He? ¡L-Lo siento! pero también tengo....- busco el pequeño ratón con la mirada entre lo que robó y vio un pequeño tomate que había olvidado a verlo robado.

El ratón tomo en patas en pequeño tomate pensando que era lo más rico que había conseguido en semanas, además de ese pan lleno de moho que encontró en un basurero hace 8 semanas. Con toda la pena de su pequeño corazón, extendió sus pequeñas patas, ofreciendo así el tomate al gato que lo veía sin expresión alguna.

-Esto es lo mas rico que eh conseguido en semanas, lo conseguí cuando entre a una casa de humano hace poco, te lo obsequio.- Hablo el ratón con temor y pena.

El gato se sorprendió por el comportamiento de el ratón, normalmente lo que casaba nunca pedía piedad, solo corría y gritaba, algunas se defendían, como el estúpido puerco espín que lo persiguió por intentar cazarlo la semana pasada, pero ese ratón hasta le ofreció su bocadillo más preciado.

-Bien, acepto tu oferta, te perdono la vida, puedes quedarte con tu insípida comida.- dijo el gato mirando a otro lado, pensaba que era ridículo perdonar la vida de algo que salvaría la de el.

-¡¿En serio?!, ¡se lo agradezco mucho señor gato!.- Canturreo el ratón alegre pero callo al escuchar el estomago hambriento de el felino, al cual miro curioso.

-¿Que quieres?.- Pregunto el felino al notar la mirada curiosa de la presa.

El ratón tomo en patas el pequeño tomate y se acercó dudoso al gran gato, el cual miraba curioso por el comportamiento de la pequeña presa. El ratón puso enfrente de el gato el tomate, mirándolo por unos segundos con antojo, para después mirar al gato y sonreír.

-Puedes tener mi tomate, tu lo necesitas mas que yo, además que parece que no haz comido en días.- añadió el ratón mirando al ya flaco gato que solo bajo las orejas algo avergonzado.

-Puedes comerlo tu, yo no cómo ese tipo de cosas, además no se te dejan de caer las babas por el.- Dijo el gran gato haciendo de lado el pequeño tomate con su pata.

El felino suspiro, se recostó en sus patas y cerró sus ojos, pero no tardó en abrirlos nuevamente al sentir una pequeña fuente de calor invadiendo su espacio, era el ratón que se recostó a comer su tomate sobrecargado en el gran felino.

-¿Que estas haciendo aun aquí? Deberías irte.- Dijo el gato molesto viendo a el ratón acabando su tomate robado.

-Ahora somos amigos, señor gato.- Afirmó el ratón feliz limpiándose después de acabar el tomate para después recostarse abrazando la única pata afuera de el felino.

-Largate o te como.- Advirtió el gato acercando su cabeza a el pequeño roedor.

El felino quedo perplejo a sentir que le ratón también acercó su cabeza haciendo un rose de narices, que, para los animales es muy íntimo.

-¡Q-Que haces idiota!.- Se quejo el gato mostrando sus dientes amenazantes.

El ratón río al ver el felino viendo a otro lado molesto después de notar el desinterés de el ratón por su amenaza y se volvió a acurrucar en la pata de el gato que se limitó a dejar caer su cabeza al suelo abrasando al ratón con su cabeza y cuello.

-Señor gato.- Llamo el ratón aun con los ojos cerrados.

-¿Mhp?.- Alzó las orejas en dirección al ratón y abrió uno de sus ojos mirando al pequeño mamífero.

-Gracias por perdonar mi vida.- Agradeció con sinceridad al gato que volvió a cerrar los ojos sonriendo de lado.

-Cállate.- Dijo el gato fingiendo molestia.

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