Bosque melancólico.

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Un gran gato pinto se encontraba recostado sobre el frió piso de una pequeña cueva, la llovizna adornaba el paisaje tranquilo del bosque y de vez en cuando entraba a la cueva por culpa del viento, haciendo que el pelaje suave del felino sea decorado con pequeñas gotas de agua cristalina a lo largo de su espalda y cabeza.

-Señor gato -Dijo el ratón alargando un poco la ultima palabra mientras volteaba a ver al dueño de aquel apodo, pues este se encontraba acostado con el felino, quien mantenía los ojos cerrados, respirando el aroma tan tranquilizador de lluvia y césped húmedo.

-¿Si?- respondió al llamado del roedor abriendo sus ojos y volteado su cabeza para verlo.

-¿Alguna vez tuviste una casa?- pregunto el orejón en un tono tranquilo, observando la cara de el felino para grabar en su memoria cada expresión que saliera de el depredador.

Todo estaría en silencio si no fuera por el bajo sonido que hacían las gotas de agua al impactar con hojas, ramas o con el mismo suelo. El felino lo miro sorprendido, puesto que nunca se imagino que el ratón le fuese a preguntar tal cosa.

-¿A que viene la pregunta?- trato de cambiar su cara de sorpresa a relajación, no lograndolo del todo, pues su expresión seguía viéndose tensa y movía la cola de un lado a otro en señal de molestia e incomodidad.

-Curiosidad, entonces.... si tuviste- Dijo el ratón un poco burlón por haber adivinado la respuesta, poniendo sus manos en su cadera con una expresión de duda fingida.

El gato trago saliva, no le gustaba hablar mucho al respecto de su pasado, desvió la mirada con miedo y nervios, regresandola para mirar a la presa, quien ya se encontraba sentada enfrente de el viéndolo con curiosidad, al ver que no tenia oportunidad de rehusarse a hablar, empezó a contar.

-Por un tiempo... tuve una familia... -desvió la mirada, recordando todo- era una pequeña familia, de echo, solo era una señora con sus 2 hijos y un perro... uno se llamaba Tom, era el menor con 14 años- dio una sonrisa tan pequeña que no se notaba en su cara llena de melancolía-.

-¿Tom?, ¿Como era contigo?- pregunto el ratón ladeando la cabeza, escuchando atentamente.

-El era muy bueno conmigo... -sonrió mas, ya notándose la sonrisa en su  cara, pero sus ojos seguían inundados en tristeza- me amaba, y yo a el... amaba mi vida de gato casero, comida al alcance de mi pata, una cama caliente y cómoda, un regazo y una mano humana que acariciara detrás de mis orejas mientras yo ronroneaba de la alegría... -sus ojos se empezaban a nublar, mientras un nudo en su garganta se hacia presente.

-Y... ¿que paso? acaso ellos te... ¿abandonaron?- pregunto el ratón, diciendo lo ultimo con sus orejas bajas, triste.

-No... a el no le gustaba que saliera por mi cuenta a la calle, solo podía salir a el patio -rió suavemente recordando los regaños que la madre le hacia a el menor por no dejarle salir a la calle- viví con el por años... pero yo quería salir a la calle, ser libre, ¡vivir como yo quisiera, sin reglas ni una puerta que me detenga!- dijo lo ultimo de un tono apagado como lo anterior contado a uno animado y lleno de determinación con una sonrisa orgullosa, alzando su cabeza y cuerpo, inundando su ser con emoción- pero.. -su cuerpo y cabeza bajo y el tono decayó, sumándose a toda la historia, volviendo la tristeza y melancolía a aquel gato pinto que narraba su pasado a la par de la lluvia del bosque.

-¿Pero?- dijo y alzo nuevamente las orejas el ratón por la curiosidad que lo mataba.

-Eso implicaba abandonar a mi dueño... -bajo aun mas la cabeza, volviendo a sentir aquel incomodo nudo en su garganta- todas las noches mientras el dormía, yo me recostaba a su lado, viéndolo... me hacia cuestionar mi sueño de libertad... pero era lo que mas quería en el mundo, así que una noche mientras el dormía, me senté a su lado para verlo por ultima vez, su cara relajada y llena de tranquilidad; Ya estaba listo para irme, aunque me doliera... pero justo cuando me levante para tomar mi camino, el dijo mi nombre entre sueños, haciendo a mi corazón romperse en miles de pedazos, la culpa carcomía mi ser, no quería abandonarlo, solo quería que el me acariciara y me dijera que todo estaba bien... -el tono iba decayendo, junto a sus orejas y cola.

El paisaje antes relajado y tranquilizador se envolvió en una melancolía que ponía triste a todo ser que pisara el bosque, dos respiraciones se escuchaban en aquella cueva, una mas entrecortada que la otra, gotas adornaban el piso de piedra de aquella cueva diminuta, pero no era a causa de la lluvia, estas eran ex inquilinos de los ojos de un minino triste que recordaba sus días mozos y alegres, agitando de vez en cuando sus orejas para sacar pequeñas gotas de lluvia que se metían en estas como intrusas.

-Señor gato... -le miro el ratón triste, alzando su pata para tocar al felino, pero paro su acción al escuchar su voz nuevamente.

-Aun así... aun así ese sueño seguía vivo en mi... me fui corriendo y salte de una ventana abierta, corrí lo mas lejos posible de casa, no quería mirar atrás porque... porque si lo hacia me arrepentiría... corrí hasta que mis patas dejaron de funcionar, cayendo al suelo ya no reconociendo mi alrededor... desde entonces soy "libre". -concluyo su historia, viendo aquel piso frió adornado con gotas de lagrimas en el.- Pero... ¿Sabes?- Miro al ratón que hizo lo mismo, cambiando su cara de tristeza a una sonriente de lado a lado, cerrando sus ojos con las cejas arqueadas por la tristeza que derramaban lagrimas de aquellos ojos,  con las orejas caídas junto a su cola- No me arrepiento de nada.

El ratón se sorprendió por el desenlace y el expresionismo de el gato, caminando lentamente hacia el y abrazarlo, siendo correspondido por el depredador.

-Todo esta bien... -dijo el ratón en un tono tranquilo, acurrucándose en el gato.

"Señor Gato"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora