Mi iglesia no lo permite, no ofrece perdón alguno...
Nadie lo sabe, diran que nací enfermo, pero mi amante es mi único Dios.
En la soledad del bosque es en el único lugar donde me siento seguro, donde nadie sabrá de mi adoración hacia mi Dios, siento que esta mal, siento que nací enfermo pero lo amo. Eres esa enfermedad de la que nunca me quiero curar.
Todos nuestros recuerdos están a salvo de esta sociedad retrógrada que adora a un Dios que los obliga a odiarme, a odiarnos.
Tengo la caja en la que se encuentran nuestros recuerdos guardada en la seguridad de mi fría habitación, donde nadie sabe que se encuentra, más que tu.
Un amigo me ha contado que se corre el rumor de que hay un gay en el pueblo, tengo miedo de que descubran nuestro secreto, no quiero que esto salga a la luz, quiero seguir con nuestra soledad, con nuestro amor a escondidas. Mientras nadie sepa, todo estará bien.
Pero tengo miedo, mucho miedo de ser descubiertos, pues tu familia ha estado un poco distante de ti, por lo que me has dicho, al sospechar que podrías ser tu.
Tengo aún más miedo, pues se que tu tienes un pequeño cofre igual al mio, con todos nuestros recuerdos, y por lo visto, puede estar próximo a ser descubierto.
He decidido enterrar el mio, al igual que logro esconder mis sentimientos por ti delante de las personas.
Pero volviendo, veo la peor imagen que podría procesar. Estas siendo golpeado, humillado, degradado, siendo la burla de un grupo de jóvenes que, por lo visto, descubrió nuestro secreto.
El cofre, nuestro cofre, está en el suelo. Escucho como te gritan para que digas quien es tu pareja, pero sigues sin abrir la boca.
Quiero salir y defenderte, pero soy débil y mi cuerpo no alcanza a reaccionar.
Nuestro cofre esta siendo quemado, mientras tu estas en el suelo, siendo pateado por aquellos rufianes.
No se que hacer, mi cuerpo tiembla de la impotencia. Solo me queda esperar a que se vayan y suplicar por que sigas con vida.
