II

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—Oh dios, oh dios, oh dios, oh dios, ¡oh dios!

—¡Ya cierra la boca!

—¡P-pero...! ¡Son zombies! ¡Zombies!

—¡Ya lo sé, no necesito que me lo repitas!

Ambos rubios corrían por los pasillos de aquella escuela buscando un lugar donde esconderse.

—¡Aquí! —la chica abrió la puerta del cuarto de limpieza y obligó a su hermano a entrar en el.

Se recargaron en la pared y trataron de calmar sus agitadas respiraciones.

—I-Ino...

—¿Qué?

—Está obscuro. —la rubia arqueó una ceja ante la voz temblorosa de su hermano.

—Si, lo sé ¿y qué? ¡Oh dios! ¡No me jodas! ¡No me digas que sigues con tu miedo a los fantasmas!

—¿Q-qué? ¡N-no! ¡Po-por supuesto q-que no!

—Oh si, dile eso a tus piernas de gelatina. Eres un cobarde Naruto.

Ino se puso de pie y palpó con las manos las paredes hasta que encontró el interruptor de la luz, al instante el pequeño cuarto se vio completamente iluminado y le permitió ver el rostro aliviado del menor.

—Gracias Ino.

—Si, si, como sea, de todas formas a ti te tocará matar al primer zombie.

—¡¿Qué?!

—¿Pretendes que mi ser se manche de sangre y pierda mi pureza?

—¿Pureza? ¡Si eres el diablo en carne y hueso! —Naruto se levantó y la apuntó con el dedo indignado, Ino lo ignoró y se miró las uñas sin interés.

El rubio suspiró volviéndose a sentar, la imagen de su madre llegó a su cabeza y las ganas de llorar se apoderaron de él.

—Ugh, no llores, que asco.

—¡No estoy llorando!

—Claro que si, eres un llorón, siempre lo has sido.

Naruto se mantuvo en silencio después de eso, hasta que la mayor se levantó y limpió sus ropas. El menor observó cómo se acercaba a la puerta y la abría para asomarse por ella.

—¡¿Qué estás haciendo?! —gritó asustado.

—No pienso quedarme a morir aqui contigo. —y tras decirlo salió corriendo del cuartito.

Naruto se levantó asustado y corrió tras ella gritando su nombre. Pronto la mayor vio el inicio de las escaleras que daban a la salida de la escuela.

Fue entonces que en su intento por escapar de su hermano, Ino tropezó en el comienzo de las escaleras y rodó por ellas.

—¡Ino!

El menor corrió escaleras abajo y auxilió a su hermana. Ino estaba inconsciente, Naruto asustado, y los zombies comenzaban a acercarse a ellos.

Comenzó a llorar y gritar por ayuda, desesperado y aterrorizado.

Tanto que no notó el grito de júbilo que se acercaba.

—¡Woah! ¡¿Viste eso Hinata?! ¡Lo atropellé!

—¡Maldición Kiba, eres un salvaje! ¡Ve más lento animal!

—¡Agarrate mi amor, aún no llego a la quinta marcha!

Hinata se sujetó con fuerza al asiento de copiloto y miró por la ventana asustada. Abrió los ojos sorprendida cuando vio a dos niños ser rodeados poco a poco por aquellos seres no vivientes.

—¡Kiba, Kiba, detente!

Casi al instante se arrepintió de haber dicho aquello cuando se fue de cara contra el vidrio, siendo sostenida solo por el cinturón.

—¡Amor! —llamó asustado el moreno.

—Estoy bien. —lo calmo sobándose la frente con una mueca. —Solo ve por los niños.

—¿Niños? —Kiba miró hacia donde su novia señalaba, topándose con la misma imagen que la azabache momentos antes.

Se apresuró a tomar la escopeta que había adquirido días atrás y corrió fuera de la camioneta.

Hasta el fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora