IV

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-Listo. -Hinata terminó de vendar el tobillo de la rubia y le sonrió con alegría.

-Gracias. -susurró la menor sentada sobre el sillón individual de la habitación.

-No hay de que. ¿Ino cierto? -la mencionada asintió -Un gustó Ino, yo soy Hinata.

La rubia volvió a asentir, se sentía incómoda estando ahí. La jóven frente a ella era bonita, y su sonrisa bastante amable, pero sentía como taladraban su cabeza con la mirada. Tenía miedo de voltear y encontrarse con aquellos ojos negros que la escudriñaban desde el momento en el que despertó.

-Bueno, parece que no te pasó nada más allá de una torcedura. -comentó Hinata revisando superficialmente su cuerpo.

Kiba se acercó a la azabache rodeando el sillón por detrás. La Hyuga se puso de pie y lo miró expectante.

-Tenemos que buscar algo que comer.

...

-Mi nombre es Sakura. -habló la niña después de haberse calmado, sus ojos y nariz estaban rojos por el llanto que había soltado antes. Sostenía la mano del hombre y caminaba con rapidez para poder seguirle el ritmo.

-Tengo 5 añitos. -continuó cuando el hombre no contestó. -Me gustan las caricaturas, pero mamá dice que no puedo verlas siempre. ¿A usted le gustan las caricaturas?

El azabache la ignoró y siguió caminando. El botiquín que había ido a buscar lo había encontrado dos puertas después del salón en el que había encontrado a la pequeña niña, había vendado su mano mientras ella seguía llorando, ahora se encontraban buscando la salida de aquel lugar.

Por fin vio la luz atravesar una puerta de cristal y se apresuró a llegar a ella llevando a cuestas a Sakura.

-¡Espere! -se exaltó la menor. -¡Mamá dice que no debo salir de aquí, ella vendrá a buscarme, si no estoy aquí para cuándo ella llegué no podrá encontrarme!

El hombre se detuvo al escucharla, la miró de reojo, era pequeña y delgada, ni siquiera superaba su cintura. ¿Cuánto tiempo sobreviviría estando ella ahí sola? ¿Qué edad había dicho tener? ¿Cinco?

-Debes venir conmigo. -dijo por fin.

-Pero no lo conozco, mamá dice que no puedo ir con desconocidos. -soltó la mano del mayor y se cruzó de brazos haciendo un puchero.

El hombre quiso suspirar, él no era bueno con los niños, pero no podía dejarla ahí a su suerte, no sabiendo que seguramente nadie regresaría por ella.

-Mi nombre es Sasuke. -habló, Sakura ladeó la cabeza moviendo sus cabellos rosas.

-¡Hola! Mi nombre es Sakura, tengo cinco añitos. -se presentó la niña viendolo con unos enormes ojos verdes y una sonrisa a la que le faltaba un diente.

-Bien, ahora vámonos.

-Pero no me ha dicho su edad.

Sasuke gruñó -Treinta y cinco. ¿Ahora si vendrás conmigo?

-¡Treinta y cinco! ¡¿De verdad?! ¡Es más grande que mamá! -chilló sorprendida.

Sasuke rodó los ojos fastidiado, tomó por las rodillas con su mano ilesa a la menor y la cargó sobre su hombro. Sakura comenzó a reír y gritar, pero se dejó hacer.

Ahora sólo tenía que encontrar dónde había aparcado su auto y buscar un lugar donde quedarse para pasar la noche.

-Señor Sasuke. -llamó la pelirrosa -tengo hambre.

Bueno, primero tendría que buscar comida.

Hasta el fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora