"Antes de"

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Se podría decir que durante los siguientes tres meses, todo mejoró; o se mantuvo tal y como lo había hecho Park. 

Salía con mis amigos cuando se podía y luego volvía con Park a casa. Ahora podía correr media hora sin descanso y estar orgulloso de que tenía mejor figura que el enano. 

Con Namjoon y Taehyung no hubo cambios. La situación mejoró y nuestra relación volvió a ser la misma. 

La tranquilidad imperaba en mi vida. Y decidí darme el lujo de sentarme a esperar los problemas. Ya lo dije, en mi vida siempre hay un "hasta que". Esta vez fue Kyungsoo diciendo una y otra vez que me especializara en actuación, que siempre fue lo quise hacer y que era momento de tomar las riendas de mi vida. Yo, un adulto de veinticuatro años no supo que contestar mas que solo asentir con la cabeza y tomar al toro por los cuernos. Sí, me inscribí en actuación y eso conllevaba a dos talleres: canto y baile. Dos talleres indispensables a los que tuve que acceder gracias a Park, Jinyoung, Kyungsoo, Ken, Namjoon, Taehyung y el profesor Choi, quienes se tomaron muy enserio el papel de estar "a mi lado" y "apoyarme" a tomar la decisión. Todos detrás mío mirando fijamente como por fin firmaba el papel. La secretaria estaba muy impresionada de que tuviera tanta "comitiva".

Así que estaba inscrito a actuación y por ende debía hacérselo conocer a mi familia. Obviamente que llamé a mi madre y le conté lo sucedido, ella estaba muy feliz y dijo casi en un grito: ¡Ven hoy a la casa, te prepararé tanta langosta que explotarás!

Primero me rehusé, dije que no era necesario. A lo que mi madre contestó: —Si no quieres venir, entonces yo iré por ti. Te llevo esta noche a comer langosta y no puedes negarte.

Y con esa conversación, comienza este capítulo.


...


Ken me observaba sentado desde el sofá. Yo le mostraba el mejor atuendo para ir a ver a mi madre y demostrarle que su hijo no estaba en algún tipo de mala situación y que tenía todo controlado viviendo independiente. Cuando por fin estaba listo fue mi amigo quien señaló mi cabello. 

—Ese rubio empieza a perder su tono, ¿Y si lo hacemos castaño?



...

Llegué a tiempo al restaurante, mi madre aún no llegaba. Esperé quizá dos minutos hasta que ella apareció con un sencillo pero bello, vestido rojo. Mi madre aún conservaba su elegancia y era quizá la persona que menos había envejecido en nuestra familia.

Se tiró a mis brazos apenas me vio. Más pequeña que yo, delgada y con su característico olor a lavanda. La verdad es que no sé cómo ella siempre conserva esa fragancia. Mi padre a lo único que solía oler era a papeles nuevos.

Me emocioné un poco, no podía soltarla. Ella pasó su mano por mi brazo y me dio un pellizcón de los mil diablos. 

—¡Ay! ¡Mamá! — me quejé mientras me sentaba sobando mi pobre brazo. —¡Nos vimos en tu cumpleaños!

Me golpeó a su antojo —¿Y navidad? ¡EH! ¿Y año nuevo? ¡¿Qué?! ¡¿Tengo que esperar hasta que se te antoje volver a casa?! ¡Y ni eso! ¡Antes ni accedías a verme! ¡Mira a lo que tuve que llegar, Seokjin! ¡Sobornarte con langosta! 

Mi madre, aunque muy delicada, era mamá después de todo. Ella fue miss Corea cuando era joven. Supongo que allí aprendió a ocultar su mal humor, pero en casa se desataba. Aún recuerdo como enfrentó a mi padre por prohibirle usar la patineta a  SunMin diciendo: —Si nuestra hija quiere aprender y no es algo malo para ella, ¡No dudes en que no la apoyaré! ¡Me importa un rábano que tu hermano piense que son cosas de hombre! ¡Nuestra hija puede y lo logrará. Así que te comportas como un papá y la apoyas, o duermes en ese sofá por dos semanas! ¡Y estoy segura de que tu madre me va a apoyar!  — Esa misma noche mi padre nos llevó a comprar la patineta de mi hermana y otras cosas que nos ayudaran con cualquier deporte que quisiéramos practicar. Cosa de mamás.

Al otro lado - JinminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora