23 || Ayúdame, Ino.

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Ayúdame, Ino. Au + Ooc.

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—Ay Dios mío, vuelve a decir eso creo que no escuché bien.

Ino hizo una pose dramática mientras rodeaba su oreja con su mano. A su lado, apretando los dientes Sasuke trataba de no mandarla a volar, ya lo había dicho una vez y fue sumamente vergonzoso, no quería pasar por lo mismo una segunda vez. Pero Yamanaka era su mejor amiga, la persona en la que podía confiar plenamente para pedir consejos, así que no tenía de otra.

Pero su orgullo estaba primero.

—No pienso decirlo otra vez —dijo Sasuke mientras cerraba los párpados y musitaba un eres molesta. Ino por su parte solo bufó, se alejó un poco de Sasuke y se cruzó de brazos, pasaron unos segundos hasta que la lámpara sobre su cabeza se encendió.

—Pues bien —sonrió maliciosamente y acomodó su mochila sobre su hombro, sacudió su rubia cabellera como la diva que era y sacudiendo sus delgados dedos se despidió de Sasuke— Ahí mira como le haces.

Estúpida Yamanaka. Pensó él.

—Ayúdame... —suspiró— Ino.

La sonrisa de satisfacción en el rostro de la chica se hizo más grande. Le gustaba cuando Uchiha alimentaba su ego.

—Por supuesto que sí —se dio la vuelta mientras miraba su impecable manicura y le guiñaba un ojo— Todo sea por mi kouhai.

Definitivamente Sasuke alimentaba su ego con esas peticiones.

—Sí, sí —hizo un ademán aburrido— Ahora ven acá.

—Claro, pero antes di que soy la mejor.

Me lleva la madre. Sasuke ya estaba perdiendo la paciencia pero tenía la urgencia de contar con los consejos de su amiga.

—Eres... La mejor ¿bien? Qué no se te suba a la cabeza.

Tarde. Muy tarde.

—Por supuesto que no, obviamente soy la mejor, la reina, la patrona, la diva, la de los ovarios de oro, perra inalcanzable chichis naturales.

Uchiha Sasuke comenzaba a preguntarse cómo es que Ino era su mejor amiga.

—Maldita sea ya dame tus consejos Ino.

—Vale, vale —rió— Venga ¿de qué trata? Si es de hombres sólo sé que debes hacer cuando la tienes parada. Un baño frío o una buena sesión con Manuela basta.

—Seas idiota —respondió Sasuke a lo que Ino rió diciendo es broma— Hay una chica...

—¡AHHHH! SASUKE UCHIHA ESTÁ ENAMORADO.

—¡Cállate maldición! —se abalanzó hacia ella para taparle la boca, mientras llamaban la atención de varios alumnos a su alrededor, todavía habían varios chicos y chicas en el patio frontal del Instituto pese a que las clases habían culminado hace una hora.—¡Puaj!  ¿Me has lamido la mano, Yamanaka? —preguntó asqueado cuando le quito la mano a la chica de la boca.

—Qué horror —la rubia comenzó a escupir varias veces— Tus manos saben a... ¿Tomate?

—Olvida mis manos ¿Qué tengo que hacer para pedir una estúpida cita? —la paciencia de Sasuke comenzaba a acabarse.

—Primero: tus manos no deben tener sabor a tomate. Segundo: simplemente dile "Sakura, sal conmigo si quieres tener bebés hermosos"

—Que estúpi... Un momento, tú... ¿Cómo sabías que era Sakura?

—Ay Sasuke, hijo mío. Cuando tu vas yo ya he venido tres veces —el Uchiha vio como Ino sonreía triunfante— Bueno, aunque, es obvio tu gusto por Sakura. No por nada Naruto se lo piensa dos veces antes de hablarle a ella estando a tu lado.

Sasuke suspiro resignado. Le haría caso a Ino.

Y así buscó a Sakura y cuando la tuvo frente a frente prosiguió con su declaración.

—Sakura. Me gustas, sal conmigo y en un futuro tendrás bebés hermosos —habló avergonzado.

Sakura sonrió nerviosa, mientras se mordía la mejilla para evitar desmayarse.

—Y-yo...

—Ino me dijo que te dijera eso.

¡Ino, idiota! No vuelvo a contarte mis sueños con Sasuke. Gritó su Inner mientras ella sólo reía nerviosa.

—No le hagas caso Sasuke-kun. Y con respecto a lo otro, sí, me gustaría salir contigo —Sakura sonrió y Sasuke suspiro aliviado frente a ella. Ya casi le pedía a Ino, quien estaba escondida cerca de ellos, que le pasará una coca cola para el inminente desmayo que tendría si Sakura lo rechazaba.

—¿Quieres que te acompañe a casa? —preguntó más tranquilo el Uchiha. Sakura asintió y ambos caminaron de regreso a casa mientras hablaban de cosas triviales.

Por otra parte, Ino sólo podía sentirse con aires de grandeza al saber que, a comparación de ella, Cupido se quedaría pendejo.



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