—No puedo creerme que hayas bateado de forma tan descomunal a esas chicas... dime ¿qué te han hecho? —Ángel caminaba junto a mí mientras me dirigía al salón de química.
Voy a resumir un poco lo que paso durante el almuerzo. Después de esa pequeña parada en el grandísimo ego de Katherine y su séquito de arpías pues básicamente se fueron tan rápido como llegaron. El pequeño altercado no pasó desapercibido y más de uno tenía intenciones de acercarse y preguntar pero como el ser humano se deja guiar por emociones como la vergüenza nadie se atrevió.
—Mira, hermanito hermoso —me detuve en el pasillo girando me hacia el mientras ponía un mechón de cabello detrás de mi oído. —Lo primero que escuche al entrar al salón de clases fue a ella y otras más burlarse del Al-amira que llevaba puesto ¿Crees que es agradable que se burlen de algo tan significativo para nuestra cultura?
—Isha, ambos sabemos que no te tomas tan a pecho esas porque tú misma no las practicas.
— ¡Pero debería!
—Pero no lo haces, así que no lo considero un motivo valido, ahora dime la verdad.
—Bien —suspire mirando hacia un lado vencida por sus palabras. ¿Cómo explicarle a tu hermano mayor que alguien te cae mal por qué si? —Pues... no me dan buena espina esas chicas.
Cerró los ojos soltando una bocanada de aire con cierto ambiente de decepción, esa respuesta no sería suficiente.
—Las acabas de conocer...
— ¡Y es precisamente por eso! Y-y si solo se acercan a mí por mi fama, o... son una asesinas en cubierto ¡yo que sé! —trataba de exagerar lo más posible los gestos que hacía con las manos al igual que el tono de mi voz, la mentira debía colar o empezaría a levantar sospechas.
—Sabes que, ni lo intento más. Pero no quiero ser yo quien sufra por la fama de cantante diva que te estas creando.
Siguió caminando mientras me dejaba ahí de pie sola en medio del pasillo. Inhale y exhale con lentitud y calma cerrando mis ojos, debía meditar mi próximo movimiento y tenía que pensar con cabeza fría.
—Muy bien Isha, respira... inhala, exhala.
—Wow, no sabía que hablar solo era parte de meditar —esa voz...
Abrí los ojos de golpe notando frente a mí a ese pelinegro de ojos grises parado con la espalda recostada en la pared, Brandon.
—Bueno, cuando se es nueva en el instituto los nervios se apoderan de uno... —nunca había entablado una conversación civilizada con el antes, siempre estaba detrás de Katherine cubriéndole los daños que me hacia ella y el resto, era un cómplice, uno muy apuesto por desgracia, que desperdicio.
—Bueno, a la hora del almuerzo no te vi nada nerviosa —sonrió, pero esas sonrisas que te insinuaban algo mas pero no sabías bien que era, se enderezó y camino hasta mi extendiendo su mano. —Brandon, un gusto.
—Ambiguo... Me gusta. Soy Ishara —sonreí mientras estrechaba su mano, por sorpresa era bastante suave. Pequeñas observaciones que después ayudarían. — ¿No deberías estar en clase como el resto?
—Tú también... —tuche. —Pero digamos que la clase a la voy no me importa lo suficiente como para llegar a tiempo. ¿Cuál es tu excusa?
—Me perdí. No sé si el salón de química está en el segundo o tercer piso —hazte la que no sabe por ser nuevo, la mejor estrategia para que un chico hable más contigo.
—Oh... ya veo. Está en el segundo piso. Si quieres puedo acompañarte y en realidad es la clase a la que voy —sonrió de forma discretamente coqueta mientras se acercaba un poco más.
—No es necesario. Puedo guiarme sola solo con eso —lo mire a los ojos mientras le daba unas leves palmaditas en el pecho sonriendo. Me gire y comencé a caminar hacia las escaleras.
Pude llegar escucharlo bufar y lo más probable es porque no consiguió que la chica nueva cayera en la trampa más básica para coquetear, hacerse el lindo y educado que ayuda sin dobles intenciones a la nueva, por favor.
Al terminar de subir las escaleras miro a ambos lados del pasillo recordando hacia donde era. Seguí caminando hasta llegar al salón notando que la puerta estaba cerrada, genial, llegaba tarde, como odio eso, pero tenía una buena excusa. Suspire y toque la puerta y segundos después escuche pasos hasta que la puerta se abrió, mirando a la señorita Salazar.
—Llega tarde, señorita —como siempre con esa firmeza a la hora de corregir a alguien.
—Sí, lo siento. Es que me perdí un poco —su mirada cambio de repente, no imagino porque.
—Oh, debe ser la alumna nueva, pase —camine mirando al resto de los alumnos. —Siéntese junto al joven Nathan —ese nombre, recuerdo haberlo oído antes. Al momento un chico de cabello castaño oscuro levanto la mano.
Sin decir nada más camine hasta el lugar que junto al chico sentándome en el taburete dejando mi bolso colgado del respaldo. Mire hacia un lado notando que el chico se encontraba haciendo anotaciones en su cuaderno. De inmediato saque el mío comenzando a leer lo que estaba escrito en el pizarrón. Eran formulas químicas de sales inorgánicas, que tema más complicado.
— ¿Necesitas ayuda? —gire mi rostro de repente hacia la voz notando que era el chico junto a mí. Lo mire a los ojos notando que eran de distinto color, el izquierdo celeste y el derecho verde oscuro, realmente hermosos, eso además de ser muy atractivo llamaba la atención.
—Pues si... la química no se me da muy bien —sonreí un poco apenada. El solo sonrió ligeramente y acerco su cuaderno a mí.
—Bien, entonces te ayudare.
—Gracias...
El resto de la clase me ayudaba en lo que no lograba entender bien, era realmente paciente a la hora de explicar. También comenzaba a hablarme un poco de él pero era bastante discreto, su aura era muy atrayente.
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Dolor reencarnado.
Teen FictionEvelynn sufría de maltratos, acoso y agresiones por parte de un grupo de chicas de su instituto. En una de sus tantas agresiones muere por culpa de ellas, pero no era su tiempo aun. Su alma reencarna en el cuerpo de otra chica muy distinta a ella. A...