Los chicos de segundo año de la escuela secundaria Ekoda, se van de viaje a la playa por una semana. Pero el problema empieza cuando Akako hace un hechizo para que Kaito se enamore de ella, cosa que termina más y lo recibe Aoko.
Según dice Akako, la...
- ¡Todos atentos! -gritó la maestra haciendo que sus alumnos la miren curiosa. Recién habían terminado de comer.- Como verán ya oscurecio... -dijo con una gran sonrisa, alertando a los chicos.- ¡Empezarán los juego nocturnos!
Todos, literalmente TODOS suspiraron derrotados y la miraron con cara de pocos amigos. Recién acababan de terminar de comer y ella ya quería hacer unos juegos. Estaban cansados, ya querían ir a dormir.
- ¿No podemos ir a dormir Sensei? -preguntó uno, recibiendo apoyo.
- No.
- OHHH -hicieron pucheros y se empezaron a quejar.
- Bien, escuchen -llamó de vuelta a los adolescentes.- Quiero que en cinco minutos todos estén en grupos de a seis -anunció.- Así ya podemos empezar -se bajo felizmente de la mesa y camino hasta la salida.
- No se porque... -empezó a hablar Keiko dándole un último sorbo a su jugo.- Tengo la certeza que algo planea...
- No eres la única -concordo Kaito dando un suspiro.
- ¿Entonces como haremos los grupos? -preguntó con curiosidad Aoko, que estaba sentada al lado de Hakuba.
Ah cierto, casi me olvidó de decir como estaban posicionados. En la punta estaba Keiko, al lado estaba Aoko y Hakuba. Enfrentados a ellos estaba Akako, Kaito -para desgracia de el- Y Fuji.
- Creo que no es necesario -dijo Hakuba recibiendo miradas curiosas.- Ya somos seis.
- Oh, muchas gracias Pomposo por la información de vital importancia -habló Kaito con ironía. Hakuba lo fulmino con la mirada, provocando una batallas de miradas. Si las miradas mataran...
- ¿Pueden dejar de mirarse como estúpidos? -pidió Akako mirandolos con caras de pocos amigos. Ambos sorprendidos asintieron.
- Me parece que tenemos que ir yendo... -avisó Fuji al ver que los demás ya se iban parando y saliendo de la cabaña.
- Bien vamos -el mago fue el primero en pararse. Le dio una última mirada al detective y se empezó a ir.
- ¿Y a este que le pasa? -preguntó Aoko desconcertada por su actitud. En estas últimas horas estaba muy raro.
- Sólo está celoso -susurró la bruja también saliendo.
- ¿Qué dijo? -preguntó la de las dos coletas al no entender lo dicho por la peliroja.
El de gafas y la castaña levantaron los hombros. El británico en cambio sonrió, lo había escuchado tan claro como el agua.
- Ya veo...
- ¿Pasa algo Hakuba-kun? -Aoko se preocupó.
- No pasa nada -le sonrió y le agarró de la mano, provocando un gran sonrojo.- Vamos yendo -se levantó y la ayudó también a ella.- "Eso explica mucho..." -miró con cariño a la ojiazul.- "Pero...no veo lo malo"
(...)
El viento llegó violentamente, moviendo su pelo castaño junto a su camisa y short. Agradeció internamente el refrescante viento en su rostro, de cierta manera lo ayudó a olvidar lo que realmente lo abrumaba.
Miró para su alrededores, comprobando que se había metido en un lugar que seguramente no debía, pero poco le importaba en estos momentos. Al darse cuenta que estaba sólo, soltó todo el aire acumulado que tenia.
- Maldita sea... -susurró para el mismo. Levantó su vista, encontrándose en la luna.- ¿Por qué el hechizo tuvo que caer en Aoko? -preguntó. Se sentía estúpido hablar sólo, pero de alguna manera lo consolaba.- ¿Tenía que mirar a Saguru en ese momento? ¿En serio? Vamos... -se sentó en el pasto rascándose nervioso la cabeza.- ¡Aghhhh! -gritó frustrado tirándose al pasto con los brazos estirados.
Giró la cabeza encontrándose con una flor que se movía gracias al viento.
Inevitablemente sonrió.
- Si aceptaras ser mi esclavo, no estarías en esta situación -una femenina se escuchó detrás de el.
Kaito rodo los ojos con desgano y miró el cielo.- No gracias -dijo.
La joven frunció el ceño al ver su rechazo.- ¿Tanto te afecta que Nakamori-san se enamoré de Saguru-kun?
- En lo absoluto -respondió simplemente.
- ¿Entonces por qué querías impedir que ella termine de tomar la opción delante de Saguru? -el silencio inundó el majestuoso lugar, iluminandolos la luna.
- Porque sería injusto para ella -explicó para luego incorporarse y enfrentarse a la bruja.- Porque es injusto que Aoko reciba lo malo que vivo cada día, que su inocencia y pureza de manche por culpa de otras personas -sus ojos azules se llenaron de seriedad, compitiendo con el fuego ardiente de los ojos rojos.- Pero aún así, cada día tengo la sensación que la mancho más... -Akako levantó una ceja.
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- Bien, ya estoy apunto de vomitar por los sentimientos de los mortales -ella cruzo los brazos, haciendo una mueca de desinterés.- El hechizo dura aproximadamente una o dos semanas a más tardar -dio una paso.- Si supera más de ese tiempo prolongado, no hay vuelta atrás.
- ¿Como? -no entendió lo último.
Akako dio un suspiro frustrada.- Que el hechizo será imposible de romper, lo que el amor de Nakamori-san se hará eterno.
- ¿Hay alguna manera de romper el hechizo antes?
- No -respondió secamente.
El mago asintió y se paró. Se acercó a la joven.- ¿Eso significa que tendré que ver a una Aoko caramelosa? -Akako asintió.- Eso será algo raro... -se rasco la nuca.- Gracias -agradeció y se retiró del lugar.
Después de comprobar que el castaño se haya retirado completamente, sonrió y miró la luna.- Claro que hay una manera de romperlo... -el viento movió su larga cabellera roja.- Pero no te lo diré, porque se que no dudaras en hacerlo -su rostro se entristeció después de terminar esa frase.- ¿Qué tiene ella que no tenga yo? -fruncio el ceño y nego con la cabeza. Ella no podía llorar, era algo prohibido. Menos por una estupidez.
Después de unos segundos su sonrisa arrogante volvió.- Empieza el juego Kuroba... -una carcajada macabra se apoderó de la noche.
(...)
Acá con el capítulo tres, espero que les haya gustado y sea de su agrado!
Akako ya explicó cuanto dura el hechizo, ¿Acaso era una advertencia? ¿Quépasará si dura más de lo dicho? ¿Qué planea Akako?
