Dos.

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Sus dedos tocan el tubo con mucha delicadeza, posando sus ojos sobre todas las personas que están mirándolo, es una gran multitud y se siente muy alagado.

Mueve su cintura circularmente, frotándose sobre el tubo de metal, lleva sus manos a sus muslos y se acaricia a si mismo, mientras se agacha y la música hace que su cuerpo se mueva por si solo.

Su lencería negra y su mascara de encaje llaman la atención de las personas que recién llegan, entre ellas, un hombre que jamas había entrado por el lugar.

Sonríe de una forma seductora y sus pies tocan el escenario, encorva su espalda y va subiendo de a poco, abre sus piernas cuando llega y vuelve a sentarse sobre sus tobillos mientras se acuesta boca abajo, bajando a un ritmo lento su trasero.

El hombre va hacía adelante, siendo el primero en apreciar el espectacular show, posa su mirada en las caderas deseables de el stripper, sintiendo como su miembro empieza a endurecerse y a ponerse erecto.

Necesita meterla.

Sus pupilas se dilatan cuando ve al sujeto bajar por el brillante tubo, rodeándolo con sus piernas delgadas y suaves. Su respiración se entrecorta y sus labios se mantienen abiertos.

Lleva una mano a su billetera y va hacía la mesa jefes.

-¿Cuánto por el stripper? -directo y decidido, pone un monto de dinero sobre la mesa para dejar en claro que lo quiere.

-No se vende, lamentablemente.

-¿Hay alguna excepción? - apetra su dinero- Puedo pagar lo que sea.

-Mas de cientos de hombres vienen a ofrecernos millones, incluso billones -su mirada va hacía el sujeto, que sigue haciendo movimientos provocadores para cualquiera que lo mire- El niño solo quiere provocar, no satisfacer, no te creas especial por si te dirigió la mirada.

-Ni siquiera lo mire a los ojos.

-Tu no, pero parece que te está dedicando sus bailes apenas entraste por esa puerta.

Enojado pero satisfecho, guarda su dinero y vuelve a la primera fila de los que aprecian al hombre.

Las luces en el lugar oscuro hacen que sus labios luzcan misteriosos, y su mirada clara se fija en la suya, siente una punzada en su corazón, por que necesita a ese chico, necesita que el quiera tenerlo dentro.

Baja su mano a sus pantalones, sintiendo su pene totalmente duro, deseando ser atendido, mete una mano y comienza a mansturbar la punta de su pene, soltando un gemido.

Baja y sube por todo su tronco mirando fijamente a los ojos a el ojiverde, que abre sus piernas apoyándose en el tubo, la tanga de su lencería marca perfectamente sus nalgas.

El semen sale desprendido y mancha su parte delantera, respira un poco y ve como sonríe satisfecho, yendo en cuatro hacía él.

-Espérame detrás de la maquinaria.

Este asiente y ve como el jefe del lugar dirige un látigo hacia la nalga del stripper.

-No se permite hablar con el personal.

Erick se para y camina lento hacía adentro, desapareciendo de la vista de todos y dejando excitados a la mayoría. El ojimarrón enojado toma un monto de su billetera y se lo revolea al jefe.

-Pagaré mucho dinero por él, y nos conviene a ambos que empecemos a llevarnos bien.

Se saca la camisa que lleva puesta y se la coloca en sus pantalones, disimulando el semen por toda la zona.

Sale por la puerta, yendo por la derecha y deseando que por ahí sean las maquinarias, encontrándose con una y agradeciendo que así sea.

Sonríe hasta que una carta sale por un buzón en una puerta.

La toma y la abre.

'No tengo sexo con mis clientes' -está escrito en cursiva con labial en la esquina.

Vuelve a sonreír y casa una pluma.

'Ni yo con mis empleados'

Mete el sobre por donde salió y camina en dirección a su auto, metiéndose y empezando a conducir.

Erick sale por la puerta y mira como arranca, sonriendo por que hizo que su jefe se mansturbara con sus bailes.


El límite del placer [Joerick]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora