Ocho.

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Maratón 1 de 6 , por eso es corto.

.

Siente como el frio del metal, choca con su espalda, erizandole la piel, haciendo que arquee su columna.

Toda la mirada del público es suya.

Incluso la de sus compañeros.

Erick siempre supo que era uno de los mas caros, uno de los mas esperados por el mundo de la prostitución.

No quería ir por aquel camino, bailar era su pasión, un pasatiempo, y lo erótico quedaba muy bien con él.

Nunca se llevó bien con sus amigos de trabajo, aparte de ser muy reservado, son todos pasivos, quieren tener un pene adentro y Erick no es de los chicos versátiles.

Ni para jugar un rato, sirven.

Termina su baile, caminando y pasando las cortinas, escucha los gritos y elogios de el público.

Todos lo miran, con envidia.

Los ignora y trata de pasar hacía su vestuario, pero uno de los chicos, lo empuja.

Se tropieza y queda delante de otro, una ronda se forma a su alrefedor y trata de no mostrar miedo.

-Eres una sucia barata -susurra y arranca el antifaz del ojiverde- No puedo creer que un pedazo de basura, sea deseado por hombres ricos y fuertes.

Erick se mantiene en pie.

-Si quieren basura.. ¿Por qué no te quieren a ti? -pregunta, ganándose una bofetada por parte Yoandri.

Ríe irónicamente, aprendió a no mostrar el miedo.

-Es de perras estúpidas agarrar a uno, en grupo, si de verdad quieres demostrar quien eres, hazlo tú sólo, cariño...

Mueve sus caderas y los demás se exparsen. Saben que tiene razón, y que si Yoandri lo odia, ellos no tendrían por que ocuparse de eso.

-Deberías tener cuidado con tus palabras, Erick.

No sabe si reir o burlarse.

-Mira, Yoandri, deja de molestarme y entraga el culo tranquilo, que yo me encargo del mio.

La cara de Yoandri pasa de desafiante, a avergonzada.

Bufa enojado y sale hacía su vestuario, Erick sonríe.

El encargado entra al lugar, y es raro, por que no suele estar ahí.

-Miren, muñecas -comienza a hablar y todos se reúnen- Hay una propuesta de prostitución para todos ustedes.

Erick está decidido a no escuchar, pero vuelve a hablar.

-Antes que todo, es trabajo limpio, se pedirá información de salud y todos usarán condon, aceptando el placer mutuo.

Él ojiverde gira sobre sus talones y acepta aquella tarjeta con la información.

Todos lo miran sorprendidos, pues, siempre era el que se negaba a esas cosas.

El límite del placer [Joerick]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora