Bañada de placer

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Hace tiempo que sentía la intriga de ir a un rotativo de películas xxx, no por considerarme perversa ni nada, creo que es la sensación de entrar a ese lugar oscuro y que el tenue brillo de una pantalla ilumine la sala y la sensación de morbo por saber que ocurre a mi alrededor. Siempre que pasaba por fuera me picaba la curiosidad de entrar, pero el miedo me hace retroceder y dejar esa misma curiosidad para otra ocasión.

Pero hoy es distinto ya que aquel miedo del que he sido, en varias oportunidades, víctima, se ha evaporado. No sé si sea porque hoy desperté con otra mentalidad, o porque me provoca mucho el hecho de sacarme el pequeño prejuicio de aquellas películas. Pero aquí estoy, pagando mi ticket que me llevará directo a ver, saber, experimentar y saborear, todo lo que sucede allí adentro.

Hay un pasillo largo con poca iluminación por el cual me dirijo. Un hombre grande, (de porte), que cortaba los tickets, me miró de forma lujuriosa y con ojos lascivos.

-Sígame -dijo y sacó una linterna que al cruzar una gruesa cortina roja se encendió.

No sé porque mi corazón late con tanta intensidad, quizás son los nervios, tal vez es la adrenalina. No lo tengo claro, sólo soy consciente de que mis manos sudan, y mi piel se estremece por cada paso que doy.

La sala era iluminada por la gran pantalla, había solo hombres en el interior. Mi paz fue quebrada cuando ese hombre grande dijo -¿Por aquí está bien preciosa? -saqué unas monedas y se las di, él me recorrió con la luz de su linterna de pies a cabeza y dijo -. Estás mejor que las actrices de estas películas, que ganas de hacer contigo lo que la pantalla proyecta -alumbró mi asiento, me acomodé y no se fue hasta que alumbró mis senos para dar otra mirada

No supe si sentirme halagada u ofendida, pero sin siquiera ser consciente de lo que sus palabras me produjeron, sentí una leve humedad entre mis piernas. No, no fue eso, fue el hecho de estar aquí sentada esperando la tan ansiada película erótica que vería esta tarde. De pronto, comenzó aquella música insinuante e inmediatamente apreté entre mis dedos la fina tela de mi falda.

La película comenzó y mi corazón palpitaba con fuerza. Me aferraba a los brazos de la butaca y apretaba mis piernas ya que sentía como torrentes emanaban de mi sexo. ¡Maldita calentura!

Veía la imagen pasar a través de mis ojos. Veía como ese hombre penetraba a aquella mujer, y juro que deseaba ser yo quien fuese embestida de esa manera tan frenética. Sus manos recorrían ese cuerpo perlado en sudor, apretaba sus senos, tiraba de sus pezones hasta que ella soltaba gritos de placer. Bajo mi brasier los míos estaban duros, y el fino roce de la tela me tenía excitada a niveles vergonzosos. Mi entrepierna estaba empapada, y poco a poco fui subiendo las manos mientras arrastraba la tela de mi falda, hasta que llegué a la orilla de mis bragas, entonces comencé con aquel exquisito recorrido

Mis dedos se mojaron solo con rozar mis bragas, tenía el clítoris hinchado y palpitante; casi no pestañeaba de la excitación.

Rozaba mi vulva por sobre la húmeda tela de mi ropa interior imaginándome en la pantalla siendo follada de esa brutal forma

Abrí un poco las piernas y me acomodé sobre el asiento para tener, definitivamente, libre acceso a mi sexo. Tuve que morder mi labio para no gemir junto a la mujer que estaba siendo follada, tuve que contenerme para no desabotonar mi blusa, sacar mis senos y tocarme como mi cuerpo lo estaba pidiendo, como aquel hombre lo estaba haciendo. Con el pulgar hice círculos sobre mi clítoris al tiempo que me penetraba con dos dedos. Que sensación...

Mordía mis labios para contener los gemidos, mis ojos se cerraban junto a la sensación que producía mi pulgar mientras con mi otra mano acariciaba uno de los senos. Ya había olvidado la decencia y el decoro aprendido en casa de mis padres, en ese momento me sentía tan puta como la chica de la película.

Entre susurros y gemidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora