Noche de seducción

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Siempre eres tú quien me sorprende con algún detalle, con una palabra, con un beso, con una caricia. Hoy, quiero ser yo quien lo haga. Deseo ver tu rostro cuando llegues, deseo ver tu expresión cuando me veas, deseo observar el brillo de esa pasión que me vuelve loca cuando tus ojos se conectan con los míos.

Anhelo ver como tu lengua dibuja toda la línea de tu deliciosa boca, quiero ver como muerdes tu labio con una sonrisa de medio lado. De solo pensar en eso, siento como los vellos de mi piel se erizan porque sé de lo que eres capaz, porque sé que cuando me envuelvas entre tus brazos... No me vas a soltar.

Enciendo la última vela mientras mi vista se queda pegada en la sutil flama que emana de ella, espero que esta noche seamos este fuego ardiente, que nos derritamos en la piel del otro y que nos perdamos en los laberintos de nuestra excitación.

Quiero que veas la sensualidad que soy capaz de entregarte, que sepas que solo soy tuya, y que siempre te perteneceré.

De pronto, siento la llave entrar en la cerradura e inevitablemente mi estómago se oprime. Siento cuando la haces girar y mis manos sudan. Siento como la puerta se abre y cierro los ojos porque estoy frente a ella... Desnuda.

Escucho como la puerta se cierra con suavidad. Escucho como tu maletín cae al piso. Escucho como das un paso, luego otro y luego otro, hasta que... Tu respiración está sobre mis labios.

La punta de tu nariz recorre mi mejilla y en cuento las yemas de tus dedos tienen contacto con mi piel, creo que voy a morir. Subes, bajas y luego vuelves a subir por mi cintura hasta que, la palma de tu mano se posa debajo de mi seno. Yo aún tengo los ojos cerrados porque no me atrevo a abrirlos, sé que si lo hago me iré al infierno ya que es tanto lo que te deseo que puedo sentirlo entre mis piernas.

Tu boca, esa que me vuelve loca, se fusiona con mi hombro. Solo me limito a soltar un suspiro ansioso. Tu lengua, la que me ha hecho ver las estrellas un millón de veces, se desliza hasta mi cuello. Por impulso elevo mi cabeza y te dejo libre albedrío para que hagas lo que se te antoje. Tus dientes, los que me hacen gritar de placer, aprietan mi barbilla.

Solo puedo pasar saliva ante tal muestra de erotismo...

Puedo percibir como el calor de tu cuerpo va en aumento. Pongo mis manos sobre tus caderas y las aprieto en el acto mientras tú sigues recreándote con mi piel enardecida de ti.

Cuando caminas con tus dedos a lo largo de mi espalda, me estremezco y cuando cierras la mano detrás de mi cuello, muerdo el interior de mi mejilla. Deslizas tus dedos hasta que enredas mi cabello dentro de tu puño, echas mi cabeza hacia atrás y es ahora que mis párpados se abren, y cuando te miro a los ojos veo tus pupilas dilatadas por el inminente placer que vamos a sentir.

Esa mirada oscura se me antoja a fuego negro, a deseo prohibido, a magia perversa...

Mientras acercas tu rostro al mío, vas lamiendo tu labio superior sin despegar tus ojos de mi boca y cuando nos encontramos es un choque brutal porque siento tu lengua entrar de lleno, siento tus dientes morder, siento tu mano estrechar mi cabello en un juego de posesión. A lo que no me quedo atrás y decido elevar mis brazos para comenzar a desnudarte.

Botón, por botón hasta que tu torso queda al descubierto. Mis manos viajan por todo tu pecho y siento la textura de tu piel, paso por tus pezones los que pellizco con suavidad y de tu boca sale un suspiro que me hace sonreír sobre la piel de tus labios. Mis palmas siguen su recorrido hasta que llego al cinturón, el que saco con experticia. Luego sigo con el cierre, el que bajo con el índice y ese sonido que hace me cala los huesos porque es una melodía infernal para cada célula de mi cuerpo. Mientras me sigues besando, meto la mano por dentro y palpo lo que tanto buscaba.

Entre susurros y gemidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora