Me gusta cómo te ves así de expuesto para mí. Me gusta que sepas quién es la que manda cuando estamos encerrados en mi mazmorra. Me gusta que a pesar de ser un hombre seguro de sí mismo, en tu vida cotidiana, te veas tan indefenso a la espera de lo que te haré. Me gusta cuando tu respiración se vuelve compacta, que tus aletas nasales se dilaten para dejar entrar el flujo de aire. Me gusta ver tu cuerpo desnudo, tu miembro duro y desesperado.
Acaricio mi flogger con la yema de los dedos. Tienes los ojos vendados, noto tu respiración acelerada y mientras me voy acercando esta más se incrementa. Te acaricio con las tiras de cuero sobre los hombros al tiempo que muerdo tu oreja, ejerzo un poco de presión hasta que escucho como de tu boca sale un suave gruñido.
Sé cuánto te gusta...
Sin embargo, te dejo con la expectativa de lo que sucederá a continuación porque me he alejado de ti tan solo para azotar tus nalgas, y veo con fascinación como los músculos de tu espalda se contraen mientras afirmas con fuerza las tiras que sostienen tus muñecas. Tu cabeza se va hacia atrás y yo disfruto con demasía del espectáculo que me regala tu hermoso cuerpo. No obstante, acallo la sensación de ardor con las plumas que le he puesto a una de mis fustas. Observo cómo te quieres correr, pero no mi querido esclavo, no puedes porque el anillo constrictor que te he puesto te lo impide.
Y hasta que no te lo quite, no sentirás aquel sublime placer...
Te siento tan frágil, tan entregado a mis más oscuras y bajas pasiones que, se me antoja provocarte un poco más. Te acaricio con las plumas, tu piel se comienza a erizar ante ese sutil cosquilleo y tus piernas están rígidas aguantando el suplicio al que te estoy sometiendo. También estoy consciente de cuánto te agrada todo lo que te hago, me lo ha dicho tu boca y tu piel. Tu expresión y tu reacción. Tú sabes la recompensa que tendrás al final, la misma que esperas paciente mientras te sometes bajo el yugo de mi dominación de tu mente y cuerpo.
Me sonrío con satisfacción al ver las reacciones que tienes ante todo lo que te provoca mi castigo. El único sonido que se escucha es el de mis tacones golpeando sobre la madera, el cual sigues por instinto porque me aseguré de dejarte en la más absoluta de las penumbras. Me aseguré de dejar que las sensaciones jueguen contigo. Que las caricias te exciten. Que tu mente vuele con cada ardor.
Porque todos sabemos que nadie se cansa de aquello que tanto le seduce...
Otro azote, esta vez en tu espalda, es la que rompe el silencio. Mis ojos se abren con emoción y no puedo obviar la necesidad de morder mi labio al ver como tu piel se comienza a tornar carmín. Me acerco a ti tan solo para acariciar una de las marcas con la yema del índice, tú tan solo suspiras porque anhelas, porque suplicas cada mimo que yo te pueda dar.
Porque cuando el placer y el dolor se entrelazan, crean un cóctel estimulante para tu necesitado cuerpo, mi querido sumiso...
Luego el aire es cortado porque te he dado otro azote, y es ahora cuando se me antoja que cuentes hasta veinte. Te lo ordeno y tú obedeces como el fiel esclavo que eres. Cuando llegamos al quince ya estás bufando, y yo estoy muy húmeda. Al mirar tus manos, noto como tus nudillos están blancos por la presión que ejerces sobre la tela que te sostiene. Paso los dedos por mis labios mientras recorro aquella gota de sudor que baja por tu pecho, con los ojos entornados.
Aún recuerdo aquella noche cuando te conocí. Tan galante, tan varonil, tan seductor. Elevaste aquella copa mientras sonreías, yo alcé la ceja mientras pasaba la lengua por la fusta que sostenía. Tus ojos se entrecerraron con lujuria, los míos te observaron como a una presa. Nuestros mundos se cruzaron en el lugar menos esperado para ti. Creíste que con tus encantos y sonrisas coquetas caería a tus pies.
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Entre susurros y gemidos
Historia CortaCada persona tiene una vida que se vuelve una monotonía con el paso del tiempo. Sin embargo, cada una de ellas siempre tiene algo para contar, ya sea un secreto oculto, una pasión que desea vivir, un antojo prohibido o una fantasía tabú que por temo...