El encuentro

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Te encuentras en tu cama, desnudo y concentrado,

Escribiendo un relato, a lo que ya estás acostumbrado,

Lo que no te esperas es que yo llegue a tu morada,

A apagar este fuego, que por mensajes se había cultivado.

A tu pequeño teléfono, para nada anticuado,

Te llega un mensaje completamente inesperado,

Dice: "Ábrele la puerta a tu chica acanelada",

Por lo que te quedas completamente anonadado.

A tu puerta caminas, con rapidez y desesperado,

A verificar que es real ese mensaje que te ha llegado,

Cuando abres tu puerta y me ves toda arreglada,

Sabes qué es lo mejor que hace días te ha pasado.

Frente a mí te quedas totalmente congelado,

Al darte cuenta que nuestro deseo es demasiado,

Yo, orgullosa de mi locura realizada,

Te empujo dentro, a empezar lo que hace días he esperado.

Al cerrar la puerta, directo a la cama te he llevado,

Y con poca sutileza, toda la ropa me he quitado,

Pero al ver tu cara levemente ruborizada,

Me doy cuenta que te sientes abrumado...


En esta próxima parte, el poema cambia/continúa como relato. Me di cuenta muy tarde que no tenía las suficientes rimas para todo lo que quería escribir. Pero aun así tienen un 2 en 1.



... Me doy cuenta que estoy yendo muy rápido, así que me relajo y hago las cosas con más calma, más romanticismo, más pasión.

-¿Estás bien? -le pregunto a Andrés, dudosa de haberle asustado.

-Sí, sí... Es sólo que... Me abrumaste con tu rapidez, con la fuerza que sacaste de momento. -me responde nervioso y con una pequeña sonrisa.

-Jajaja. Lo siento, es que el deseo me estaba consumiendo desde que decidí venir, olvidándome de todo, y solo pensando en nosotros.

Mi propia honestidad me sorprende, pero debe ser su encanto, su esencia, su vibra positiva la que me motiva a soltarme. También, el verlo completamente desnudo y tan cómodo en su cama, con los codos apoyados en sus rodillas y viéndome de esa manera, no ayuda en nada al esfuerzo que estoy haciendo por mantenerme tranquila. Me está empezando a poner nerviosa a mí, sólo con esa simple mirada... Mirada que refleja deseo, lujuria, pasión, añoranza, pero más que todo, admiración. Me ve como si yo fuese lo más hermoso del mundo, el diamante más brillante, la flor más colorida, o el cielo más estrellado.

-¿Por qué me miras así, Andrés? -digo, dándole a entender que me está poniendo nerviosa.

En su rostro se refleja una sonrisa que muestra todos sus blancos dientes, sonrisa que me dice que no está pensando nada bueno. Se levanta de la cama con demasiada calma, lo que provoca que se me acelere el corazón. Camina lentamente hacia donde me encuentro, que es solo a 5 pasos de la cama, y me mira fijamente a los ojos. Puedo sentir el rubor en mis mejillas subiendo de tono, cada vello de mi cuerpo erizándose, mis pezones sintiéndose como roca y un leve cosquilleo en mi vientre. Ese es el poder que tiene, lo que más me gusta de él... Solo con mirarme como lo está haciendo, provoca demasiadas cosas en mí, y mi cuerpo las termina reflejando.

Entre susurros y gemidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora