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⚘:: si te quedas; ¡espero que te guste!
⚘:: si te vas; ¡espero que encuentres algo mejor!
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— No fue un viaje tan largo, ¿verdad? —preguntó Miguel, con una sonrisa.
— Migue, ¿dónde estamos? —preguntó Hiro, alzando una ceja.
— Ah, si... —le dió una rápida mirada a todo el apartamento.— Es algo pequeño, pero creo es suficiente para quedarnos juntos un par de días.
Miguel había conseguido un pequeño apartamento el cual le alquilaría a los padres de Honey cuando él se fuera a México denuevo. Pero, por ahora; lo tenían sólo él y su novio Hiro.
— Gracias... Por dejarme venir a vivir contigo. —sonrió.
— Es hora de que convivas con tu novio. —rió leve.
— Si... —suspiró, con una sonrisita.— Espero que tía Cass sepa manejar todo bien.
Del otro lado de la ciudad, tía Cass bailaba con Baymax algo de salsa.
— Sólo serán dos meses, no te preocupes. —sonrió.
Más tarde, aquella noche, es cuando la magia solía ocurrir. Hiro usaba sus habilidosas manos para preparar algo de cenar, al mismo tiempo que ponía la mesa y Miguel dejaba las cajas de la mudanza a un lado.
La cena estaba lista y los preparativos hechos, sólo restaba sentarse, comer y platicar.
Más tarde, los platos en el lavabo, las luces apagadas, pequeños susurros en la habitación y una pequeñas risitas. Pero nada más. Al menos que el rechirrido de algo metálico contra el suelo sea algo de lo que preocuparse... ¿Quién diablos se pone a rayar el suelo ahora?; espero que Miguel y Hiro puedan dormir, con tantos gritos y chirridos... ¡Estoy intentando contar una historia, demonios; un poco más de silencio!
《♡》
En la cocina podemos apreciar a aquel japones moviendo agilmente sus manos sobre el plato, a la misma vez que se dedica a poner las cosas sobre una bandeja, apagar el fuego y salir caminando a la habitación. En calzones y descalzo, con una camisa naranja a cuadros, qué no es de él porque es demasiado grande, se adentra a la habitación.
— Migue~, Migue~ —susurra, mientras mueve al muchacho sobre la cama.
Con los cabellos completamente desordenados, la peor cara de dormido posible y el dolor por los rasguñones en su espalda, se sienta en la cama. Apenas y tiene los calzones bien puestos, se voltea y subre sus piernas, quedando cómo indio, semidesnudo frente al de camisa anaranjada.
— Buenos días. —sonrió, luego de un bostezo.
— Buenos días, cariño~ —el azabache sonrió.
— ¿Qué es ésto?
— Desayun--... —y la seriedad le atacó de repente.
— ¿Desayun?; creí que llevaría una "o" al final. —rió leve.
— ¿Te has mirado en un espejo? —susurró.
Casi se atraganta con el croassaint; — Bueno, sé que soy feo; pero no me lo repitas... —arqueó una ceja.
— Lamento haberte hecho éso. —apuntó al pecho contrario.
Miguel se levantó despacio y fue a uno de los espejos del baño, mientras salía riendo y rápidamente tomaba al muchacho entre sus brazos, para llenarlo de besos.
— ¿No te molesta? —preguntó, nervioso y avergonzado.
— Claro que no, cielito~; sólos una pareja, me gista que hagas éstas cosas. —sonrió, dejando un tiermo beso en su nariz.
