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— ¿Qué pasó?, ¿dónde está Dash? —el de cabellos marrones entró corriendo al hospital.
— Adentro. —dijo Jack Jack, mientras seguía mirando su celular.
— Ah, Tony. —sonrió Violeta, mientras le brazaba.— Qué alegría verte, a Dash le gustará saber que estás aquí.
— ¿Qué sucedió? —preguntó, agitado.
— Tranquilo... —hablaba tranquila, cómo si estuviera sedada o cómo que se despertaba reciéntemente.— Sólo se cayó por las escaleras cuando salía corriendo a algún lugar y se golpeó la cabeza. —también hablaba bajito.
— ¿Cómo están todos ustedes?
— Bien, bien; nuestros padres están en un viaje, no saben nada de ésto.
"Entonces, ésa era la posible razón por la cual Dash estaba tan nervioso..."; se pensó Tony.
— Entiendo, no diré nada. —le sonrió.
— Muchas gracias.
Poco tiempo después, una doctora salió, a la vez que Dash salía unos segundos más tarde detrás de ella. La alegría de Tony al saber que estaba bien era completamente enorme. Violeta sonrió y abrazó a su hermano, al igual que Jack Jack, mientras Anthony aguantaba sus impulsos de ir y tirárlese encima.
— Anthony... —sonrió leve Dash, hablando con la voz entrecortada y bajita.— Lo siento, llegué tarde a nuestra cita; ¿qué hora es?
— La una de la madrugada. —susurró encaminándose detrás de él.— No te preocupes, iremos a tu casa y descansarás... Voy a cuidar de ti, lo prometo. —sonrió, mientras le abrazaba por la espalda, sintiendo cómo se iba un poco hacia adelante.
— Vamos, entonces. —sonrió Violeta, tomando a Jack Jack entre sus brazos, otra vez.
Una vez en la residencia Parr, cada quién fue hasta su habitación, siendo Dash quién llevaba a Tony hasta la suya, aunque ya sabía el camino. Una sonrisa se posó en sus labios cuando vió a Dash tenderle algo de ropa, un poco adormilado o anestesiado.
— Tú ropa no me entra, tontito. —susurró, mientras recostaba a Dash en la cama.
— Ah, es verdad. —suspiró, entrecerrando sus ojos.— Ven al lado mío, mis padres no están.
— Sé que no están. —se poso a su lado, tirándose lentamente en la cama.
— Gracias por venir.
— Gracias por invitarme a una cita.
— No hay de qué. —sonrió leve.
A la mañana siguiente, Violeta entró a la habitación y se tomó unos dos segundos para tomar su celular y sacar un par de fotos.
Tony estaba aún con sus lentes puestos, recostado con sus manos sobre la cremayera de su pantalón, con Dash atrapándolo entre sus piernas y brazos cómo si fuera un koala.
— Si dices algo de ésto... Te golpeo. —susurró Dash.
— Está bien, lo siento. —rió Violeta, mientras ayudaba a su hermano a separarse de Tony para despertarlo sin saber qué había ocurrido.
