capítulo 20

1.4K 81 7
                                    

Aprieto más la almohada contra mis orejas para dejar de escuchar los gritos.

No sé cómo chucha llegaron a esto.

Se supone que lo habían superado.

Yo cachaba algo, pero no quería ni siquiera meterme. Igual es wea de ellos.

Pero no soy tonta. Y me he dado cuenta que mi vieja volvió a comprar botellas a escondidas. Noto que vuelve a ser la misma mujer histérica y antipática que antes.
Mientras que mi viejo vuelve tarde, cansado, con ojeras notables.

Cada uno vive su pena de distintas formas.

Suspiro y decido salir de la casa. Cuando me topo con la parejita peleando yo los ignoro y abro la puerta.

No se si me gusta o me duele que no hayan notado mi existencia.

Decido no pensar mucho y camino sin rumbo. Igual me da un poco de miedo porque es de noche, pero pico. No podía seguir en mi casa.

Saco un cigarro y el encendedor. Lo prendo y doy la primera calada, sintiendo cómo me relajo lentamente.

Me topo con una plazita y me acuesto de boca arriba en la banca qué hay. Miro las estrellas y doy otra calada.

Estoy tan harta de escuchar los problemas de mis viejos.

¿Por qué mejor no se meten su vida por la raja y dejan de webiar?

Porque claro, uno piensa que son problemas de parejas, pero no solo a ellos les afecta po. Mi vieja anda pesá 24/7 siempre que pelean. Me manda pa weas estúpidas, responde mal, anda con el medio caracho, histérica. He llegado al punto de rezar pa que no llegue del trabajo. Me amarga todo el día.

Y luego está mi viejo. Con él es diferente pero no menos doloroso. Llega y ni siquiera me saluda. Se encierra en la pieza y no sale hasta cuando debe ir a trabajar. Es como si se olvidara de que tiene hijos, esposa, una familia.

Me la paso fingiendo todo el día.

Finjo que estoy bien.
Finjo que no me dormí con audífonos para dejar de escuchar gritos.
Finjo que somos la familia feliz.
Finjo finjo finjo.

Y no porque me quiera hacer la dura, sino porque me acostumbre a aparentar cosas que no son.

Aveces lo hago inconscientemente.

Con la única persona que me desahogo mucho es con el Nacho.
Ese weon tiene una forma de ser tan exquisita. Te escucha, te aconseja, te hace sentir mejor.
Y lo mejor es que te inspira confianza. Como que él ni siquiera te pregunta qué wea pasa. No me presiona pa que le cuente las weas. Solo salen solas.

Veo que se me acabó el cigarro y saco otro.

Me siento rápidamente al escuchar voces. Veo que son un grupo de amigos. Se nota que están medios volaos así que me paro y me voy.

Voy a la casa de la Cata porque no pienso volver a la mía.

Cuando llego toco la puerta. Espero un poco y sale la mamá de mi amiga.

Me encanta esta señora porque me ama. Me conoce desde pendeja. Es como mi segunda mamá.

-Hijita-me saluda sorprendida-pase pase-me dice y se corre de la puerta pa que pase.

Yo le sonrío y entro.

-Sorry tia por venir tan tarde pero las cosas en mi casa están...-empiezo pero me interrumpe.

-Tranquila mijita, ningún problema. Suba, arriba está la Cata-me dice y yo le sonrío, agradeciéndole.

Subo las escaleras y entro a la pieza de mi amiga sin tocar. Esta salta en su sitio asustada y yo me rio.

¿Qué wea culiao? |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora