capítulo seis ✍

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Oscura, profunda y amarga.

Si tuviera que describir la voz con la que el señor Kim se atrevió a jugar con mis miedos, esas tres serían las correctas.

No fue bonita la forma en la que me tomo del antebrazo para llevarme fuera de la oficina de la psicóloga hacia otro cuarto del colegio mucho menos espacioso y limpio. En él habían cajas y papeles por todo el lugar acompañados de polvo y olor a vacío, seco, sin esencia.

Click.

Las puertas del colegio eran tan de buena calidad que al cerrarlas eran casi silenciosas, incluso si las arrojabas con fuerza éstas tenían un mecanismo de frenar antes de estrellarse contra el marco, cerrándose suavemente.

Nunca odié tanto el mecanismo de una puerta.

Ese click indicó "Da la vuelta y enfréntalo, mentirosa" porque si, había entrado al lugar pero aún seguía dándole la espalda a la puerta en donde suponía, se encontraba el señor Kim.

Pero cuando me volteé, todas mis suposiciones se vinieron abajo.

Él no estaba de pie.

Mi sorpresa fue encontrarlo sentado en el piso contra la puerta, con las manos en su boca y en su nariz y las piernas flexionadas.

Verlo sentando en una posición fetal y temblando como cachorro recién bañado paso a segundo plano para cuando tuve mejor visión sobre su rostro.

Siempre dije que las expresiones combinadas no eran bonitas y el estado en el que se encontraba el señor Kim me lo confirmó. Realmente verlo enfurecido sin saber el porqué, tratando de suprimirse cubriendo su rostro y revolviendo su cabello con preocupación, me heló.

Daba miedo, mucho miedo.

La situación fue tan extraña que no dude en retroceder dos pasos. Tenía curiosidad por saber que pasaba por su cabeza y el porqué actuaba de esa forma pero el miedo me ganaba.

Una y otra y otra y otra vez las expresiones del Señor Kim me indicaron que debía salir de allí. Habían pasado aproximadamente 5 minutos en los que había entrado en ese cuarto, minutos en los que el señor Kim había estado repitiendo sus movimientos de manos varias veces.

Fue entonces cuando la bomba estalló justo en mi cara. Una bomba que se había activado en el momento en que me topé con el señor Kim de camino al colegio. Una bomba que había estado en cuenta regresiva y que ya había llegado a cero.

Él comenzó a reír.

Aún con las manos en su rostro comenzó a reír como un demente, era una risa ahogada. Sus hombros se movían a la par con los sonidos que salían de su garganta.

El miedo que sentía se desvaneció en el momento que él fue cambiando sus risas por pequeños sollozos, sollozos que fueron acompañados por los brazos del señor Kim rodeando sus rodillas y encogiéndose aún más.

Ya no reía, lloraba.

Fui tan estúpida. Si en algún momento de mi vida fuese sabido lo que el señor Kim iba a causar en mí, jamás hubiera hecho lo que hice aquel día.

El miedo que tenía dejó de existir y me entraron unas ganas inmensas de saber que le sucedía, por esto mismo, fuí acercándome poco a poco, agachándome hasta quedar de rodillas al lado izquierdo de aquel hombre que sollozaba.

Mis intenciones no eran asustarlo, mis intenciones no eran que él creyera que lo veía con lastima o miedo, ni mucho menos... mis intenciones no eran despertar un sentimiento en él.

El nerviosismo y la vergüenza me dejaron y abrí paso a mis acciones y palabras.

Acerqué mi mano hacia la parte alta de su nuca para poder dar un efecto de tranquilidad, y lo logré.

Estrella Perdida | Kim Taehyung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora