capítulo siete ✍

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Jamás me había burlado tanto de mi misma.

Si tuviera que describir el estado en el que entré en el momento en que el señor Kim me dejó sola y como una estúpida, sería locura. Estaba totalmente loca, riéndome de mi mientras tomaba la misma posición que el señor Kim había utilizado momentos antes.

Reía como si dependiera de ello, mientras me repetía en voz alta y en medio de carcajadas "Te rechazaron Suk, te rechazó un hombre muchísimo mayor que tú" porque si, así había tomado el gesto del señor Kim.

Había quedado como una tonta adolescente hormonal.

Luego de pasar por mi estado de locura, pensé muy bien en todo lo dicho por la boca del señor Kim. No quedaba duda de que cuando hablaba dejaba un sin fin de preguntas e intriga. Era tan misterioso.

Y me tomé aquel momento como una señal de dejarlo todo. No iba a insistir en acercarme a él, quería dejar las cosas ahí, sin molestarlo a él ni molestarme a mí. Me dije a mi misma el olvidar todo lo ocurrido con el señor Kim, desde la primera vez que lo encontre camino al colegio, hasta el momento en el que salió por aquella puerta, lo iba a olvidar todo y dejarlo como un cero a la izquierda.. No iba a llamarlo, no iba a observarlo ni mostrar interés.

Aquel día, al salir del colegio me topé con una pequeña niña acompañada de una señora de la tercera edad. Me dispuse a ayudarla y acompañarla hasta la parada de autobuses, por esto llegué más tarde a casa, no solía llegar tarde, pero hubo algo que no pasó desapercibido.

No solía vivir esos momentos de trance, esos momentos en los que te vas de este mundo hacía un lugar silencioso donde pierdes la noción del tiempo. Ese momento fue el más feliz y extraño que pude haber experimentado.

Otra persona lo habría tomado como algo subnormal, algo fuera de este mundo y por ello, fuera temido. Pero yo no lo tomé así.
No tomé como terrorífico el momento en el que de camino a casa junto con la mirada baja contando los cuadros que hacían las márgenes del andén, presencié algo detrás de mí.

Pero no temí, lo sentí tan familiar. Esa presencia me resultó amigable que lo único que hice fue levantar mi vista hacia el cielo observando su color anaranjado, sin dejar de caminar. No estaba ignorando lo que sea que estuviera detrás de mí, solo estaba disfrutando de ese momento que me traía recuerdos. Aquellos recuerdos en los que yo volvía a casa junto a Yuri, recuerdos que llenaron mi memoria y mis ojos se cristalizaron y con la mirada aún en el cielo pude sentir muchísimo más la falta que me hacía mi difunta amiga. Por ello, sonreí, estaba adolorida, nostálgica, triste y feliz.

Mi rostro mostró una sonrisa de verdad, esa sonrisa abierta que fue acompañada por las lágrimas que salieron de mis ojos.

Seguía caminando, sin despegar la mirada del cielo, sintiendo como la fría brisa chocaba contra mi rostro causando mucho más frío en mis mejillas mojadas por las lágrimas silenciosas.

En un intento de querer amortiguar las lágrimas sonreí y bajé la mirada sin dejar de caminar, encorbandome un poco hasta el punto de poner mis pequeñas y frías manos en mi rostro con una sonrisa amarga. Ahí, justo ahí, frené.

Sollozaba sin dejar de sonreír. Quien quiera que me viera fuera pensado que era una loca en la mitad de la calle.

Era una loca que pensaba que su amiga estaba ahí.

Tal vez era la soledad, o la distancia que estaba tomando con mi hermana, o él no tener el cariño de mis padres, o el simple hecho de que mi vida estaba apagada. No se exactamente qué era pero en ese momento me sentí más llena que nunca, por eso lloraba. Lloraba porque me sentía infeliz. Porque me sentía llena por una presencia que yo estaba creando, una presencia que ya no existía.

Estrella Perdida | Kim Taehyung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora