1. La banca del parque

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N/A IMPORTANTE: Este fanfic sigue la línea básica de la novela, así que los primeros capítulos tiene referencias directas pero el resto es contenido e historia original, NO ES SOLO LA NARRACIÓN DE LA NOVELA CON LA PERSPECTIVA DE ARISTÓTELES

Mi corazón estaba latiendo más rápido de lo que había latido en mi vida, porque Temo, mi mejor amigo, el niño que mejor me caía en este mundo, acababa de decirme que me amaba.

Sus ojos brillaban y me sonreía ampliamente. Se veía muy arreglado con su chaqueta blanca y su cabello peinado hacia atrás, ¿de dónde iba a sacar la fuerza de voluntad necesaria para decirle lo que tenía que hacerle saber?

-Entiendo tu silencio, lo entiendo porque sé todo lo que has pasado en estos días y el miedo a lo que tu papá piense de ti, ¿sí?-me dijo, clavándome una mirada comprensiva y esperanzada que estrujó mi corazón.-Pero aquí me tienes Aristóteles, podemos unirnos para defender lo que somos.

Mis labios se separaron pero no supe qué responderle. Una parte de mí quería agradecerle por decirme lo que sentía, por entenderme y escucharme, pero sabía que eso sólo lo confundiría más.

"Te amo, Aristóteles", las palabras seguían resonando en mi cabeza, y aunque habían pasado solo unos segundos desde que las había pronunciado, yo sentía que había sido una eternidad.

Miré bien su rostro, lleno de ilusión y alegría; y comencé a sentir que se me formaba un nudo en la garganta y que un peso enorme se ponía sobre mis hombros, porque yo no era gay ¿verdad? Y si no lo era, no había forma de decirle a mi amigo lo que quería escuchar.

De pronto Temo se inclinó hacia adelante, acercándose a mí de una manera muy diferente a la que solía hacer y una alarma se encendió en mi cabeza "Te quiere besar". Nunca había besado a nadie, mucho menos a un chico, así que me dije que esa sensación extraña en la boca de mi estómago tenía que ser solo miedo.

-Es que Temo, no.-dije, sin saber cómo había hablado con ese nudo aún en mi garganta. Le puse una mano en el hombro y me alejé de él.-Yo no puedo corresponderte, yo no soy gay.

Su expresión se transformó de inmediato, y a mí se me cayó el alma a los pies. Lo que menos quería era lastimarlo, pero su rostro entristecido con lágrimas en los ojos y el labio inferior empujado hacia afuera, denotaba que era justo lo que le había hecho.

Tenía que seguir hablando, explicarle que no era cómo creía antes de que fuera demasiado tarde:

-A ver, no me malentiendas, yo te quiero muchísimo.-le dije, y después, al notar que se hacía para atrás, apreté su hombro.-Eres mi mejor amigo, nunca había tenido a alguien como tú.

Temo se levantó de la banca donde estábamos sentados y me dio la espalda mientras preguntaba:

-¿Nada más amigo?

Yo también me levanté, no quería dejar las cosas así con él y que se fuera caminando sólo en la noche.

-Yo quería otra cosa, Aristóteles.-continuó, hablando con un tono herido que sacudió algo dentro de mí.-Pensé que me mandabas señales. En tu sesión de fotos me dijiste que te sentías igual que yo.

El recuerdo de ese día se coló a mi mente en cuanto lo mencionó, cuando Temo había dado su discurso y yo había comenzado a sospechar lo que sentía por mí. Le había correspondido esa vez, pero solo era parte del juego para que mi amigo se desahogara, ¿no?

-Temo, perdón. Yo solo quería ayudarte.-dije, de la forma más sincera posible, con él aun dándome la espalda. Me aguanté las ganas de echarme a llorar y seguí hablando.-Neta jamás quise confundirte. Habíamos quedado en que eso era una actuación, ¿te acuerdas?

El Plan de la Azotea | AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora