Epílogo

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-¿Tahi?-susurró, dibujando círculos con su dedo sobre mi pecho desnudo.-¿Te quedaste dormido?

Temo estaba recostado boca abajo con su mejilla sobre mi hombro, su brazo doblado sobre mi vientre y su pierna enredada entre las mías, respirando pausadamente.

-No, mi amor.-dije con una risita, acariciando su cabello que desprendía un olor delicioso, como a té verde combinado con el aroma característico de mi novio que no podría describirles ni aunque tuviera un libro entero para hacerlo.-¿Tú tampoco puedes dormir?

-Los coches hacen mucho ruido.-se quejó, acomodándose para presionarse más contra mí.-Ya ni porque son más de las doce se va la gente a su casa; los chilangos son muy raros.

Yo besé su frente mientras sonreía, aguantándome las ganas de burlarme de su irritación porque sabía que fingiría molestarse y me costaría al menos quince minutos conseguir que volviera a recostarse junto a mí. Si hubiera sabido...

Entendía su molestia, yo también quería dormir. Estábamos agotados, pues además de haber hecho el recorrido en auto de Oaxaca a la Ciudad de México, todo el día nos la habíamos pasado cargando cajas y muebles de un lado a otro de nuestro nuevo hogar en la capital.

-Cierra los ojos.-le pedí, usando mi brazo libre para rodear su cintura, que estaba cubierta por su playera de dormir.

Temo obedeció, no sin antes dirigirme una mirada suspicaz, y la mano que había estado usando para dibujar círculos en mi piel se detuvo.

-Ahora piensa en todo lo bonito que vamos a vivir aquí.-le dije, cerrando mis ojos también, pasando mis dedos por su costado, notando la curvatura de su cintura y lo suave de su piel.-Ya en dos semanas entramos a la universidad, estamos viviendo los dos juntos...

-Y con Diego y Carla.-me interrumpió, haciendo que su aliento rebotara contra mi cuello y mi piel se erizara.

-Y con Diego y Carla.-repetí, asintiendo con la cabeza, provocando que su cabello me hiciera cosquillas.-Vas a estar de pasante con el papá de Diego y vas a conocer muchas personas importantes...

-Y seguro que tú encuentras una disquera que produzca tus canciones.-me aseguró, presionando sus dedos contra mi pecho inconscientemente.-Aquí hay muchas personas que se pueden interesar, de hecho estuve investigando que...

-Sh...-lo callé, moviendo mi mano de su nuca a su mejilla para acariciar su rostro.-Eso puede esperar, ahorita descansa.

-Mmm...-se quejó Temo, abriendo los ojos para mirarme.-Tú tampoco te estás durmiendo, no te hagas.

Lo imité, despegué mis párpados y clavé mis ojos en sus bonitos iris marrones, enmarcados por esas pestañas largas y pobladas que tanto me encantaban. Me observaba con una mueca que arrugaba su nariz y creaba una marquita entre sus cejas. Suspiré en automático, me volvía loco con solo mirarlo.

-Es que como quieres que me duerma teniendo esta carita preciosa viéndome.-debatí, pasando mi pulgar por sus labios lentamente, sintiendo su aliento cálido rebotar contra mi dedo.

-Eres un menso.-respondió, ruborizándose como hacía cada vez que le hacía un cumplido, incluso desde que éramos amigos.

-Soy tu menso.

-Desgraciadamente.-se burló Temo con un tono divertido, quitando su mano de mi pecho para recostarse sobre su costado y mirarme, gesto que imité.

-Me vale, igual ya nos tatuamos y hasta anillo me diste.-dije, sacándole la lengua como si fuera un niño pequeño.

Él soltó una carcajada y negó con la cabeza mientras ponía los ojos en blanco.

-Vas a despertar a Diego y a Carla con tus risas escandalosas, Tahi.-le advertí, mientras acercaba mi rostro al suyo para hacerle cosquillas con la nariz.-Y ya sabes como se pone ese güey cuando no duerme bien.

El Plan de la Azotea | AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora