11. Valentía de ebrio

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N/A: Éste capítulo es más largo de lo normal, pero les va a gustar.

Por ahí de mi tercer vaso, Temo y yo estábamos balanceándonos al ritmo de una canción de reggaetón, medio conversando, medio gritando para escucharnos con la música a todo volumen, y medio intentando no chocar con las personas a nuestro alrededor.

Una de mis primeras malas decisiones había sido beber el último vaso demasiado rápido, por lo que ya comenzaba a sentirme mareado, pero era una fiesta, y después de todo el estrés de las últimas semanas necesitaba desinhibirme, así que fui a servirme otro acompañado de mi amigo.

En la barra nos encontramos con Carla que nos saludó sonriente. Quizás si hubiera estado sobrio me habría dado cuenta de que ella tampoco estaba en sus cinco sentidos, pero en ese momento solo besé su mejilla y le devolví la sonrisa.

-Que bueno que vinieron.-dijo mientras se acercaba a Temo.-¿Cómo se la están pasando?

-Muy bien.-respondió mi amigo, y luego volteó a verme mientras me ponía una mano en la espalda.-Éste ya anda medio jarra, pero lo estoy cuidando.

-Ay, que lindos.-contestó ella antes de darle un sorbo a la bebida que acababa de prepararse.-Oigan, ¿no quieren ir a jugar a la sala?

-¿A qué?-pregunté, consciente de que Temo no había movido su mano de mi columna por el calor que irradiaba.

-La verdad no tengo idea, me mandaron por una botella de vodka así que igual y se pone divertido.-dijo Carla encogiéndose de hombros.-¿Entonces?

Mi amigo y yo volteamos a vernos, y él me lanzó una mirada que incluso medio ebrio pude descifrar; quería saber lo que yo pensaba, lo cual en retrospectiva no fue una buena idea por el alcohol en mi sistema pero en ese momento no me importó en lo más mínimo, así que imité a la chica y me encogí de hombros.

-Vamos, ¿no?-respondí, y entonces Temo asintió con la cabeza.

Nuestra compañera sonrió ampliamente y nos hizo un gesto con la mano para que la siguiéramos.

Cuando mi amigo finalmente retiró su mano de mi espalda para que avanzara delante de él entre el gentío, sentí una brisa fría que me incomodó.

Llegamos a la sala, donde había un círculo de gente sentada en los sofás y el suelo que reían y conversaban, entre ellos Gabriela, la chica que nos habíamos encontrado al inicio de la fiesta, la cual nos saludó con la mano cuando nos vio.

El castaño y yo nos sentamos en un sofá donde ya había otras dos personas y que era demasiado pequeño para los que estábamos en él, por lo que quedamos presionados pierna con pierna y me vi obligado a poner mi brazo en el respaldo detrás de su cuello.

-Bueno, ¿qué vamos a jugar?-dijo Carla, poniendo la botella de vodka en el centro del círculo.-Ya les traje el chupe para que empecemos.

-Yo digo que empecemos con verdad, reto o shot y si se pone aburrido cambiamos a póker de ropa, ¿va?-contestó un chico que había visto en la escuela pero con el que nunca había hablado por ser de otro grado.

La mayoría de la sala le respondió afirmativamente, así que yo decidí voltear a ver a Temo para ver lo que opinaba. Cuando giré mi cabeza me di cuenta de lo cerca que lo tenía, tanto que podía ver el vello que comenzaba a crecer en su barbilla, los lunares en su mejilla y  la forma en la que sus pestañas crecían en direcciones opuestas; mi cerebro de medio borracho parecía estar muy ensimismado en el rostro de mi amigo, pero cuando logré recordar que estudiar las caras de los demás no era algo que se tomaba a la ligera alcé mi mirada a sus ojos y los encontré clavados en mí. Nunca había notado el bonito color de su iris, marrón con líneas doradas y otras ligeramente verdes.

El Plan de la Azotea | AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora