7. Agua de limón

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Esa misma noche, aproximadamente a las ocho, estaba paseando frente a la puerta del departamento de los López con un ramo de flores en la mano.

Había entrado decenas de veces antes, pero esa vez se sentía completamente diferente. Mis palmas sudaban y cada vez que estaba a punto de tocar sentía que mi corazón comenzaba a latir un poco más rápido.

"No pasa nada, Aristóteles" me dije a mí mismo. "No eres gay, en realidad no es tu novio."

Ya sabía eso, pero entonces ¿por qué estaba más nervioso de contarle al papá de Temo que cuando le mentí a mi propia familia?

Ignoré las preguntas que se me venían a la mente, me convencí a mí mismo de dejar de pensar por unos segundos y toqué la puerta antes de poder arrepentirme.

Un momento después, mi mejor amigo me abrió la puerta con una sonrisa enorme. Se veía... diferente, igual de bien que siempre, pero la camisa que traía lo hacía parecer mayor; y su cabello estaba más peinado que de costumbre, dejando ver lo mucho que se había esforzado para ese momento. Esperé que yo me viera la mitad de bien.

-Hola, Ari.-me dijo, dando un paso hacia atrás para dejarme pasar.

-Temo, qué galán.-respondí, mirándolo de arriba a abajo rápidamente mientras entraba.

-Lo mismo digo.

Nuestras miradas se encontraron, y en su expresión pude ver que estaba igual de nervioso que yo. Tenía las mejillas sonrojadas y los ojos más abiertos de lo normal.

-¿Y esas flores?-me preguntó, señalándolas con la mano.

-Son para ti.-dije extendiéndoselas. Cuando ví que arqueaba las cejas comencé a pensar lo mucho que se podía malinterpretar y agregué.-Bueno, para tu casa, por... por la cena, ya sabes.

Temo hizo una mueca entre agradecida y confundida y tomó la flores, dejando que nuestros dedos se tocaran por más tiempo del necesario, ¿o solo era mi imaginación?

-Gracias.-dijo simplemente, mirando el ramo de girasoles por unos segundos.-Son muy bonitas.

Yo le sonreí, y él hizo un gesto con la mano para indicarme que pasara a la sala.

-¿Quieres algo de tomar en lo que Pancho trae la cena?-me preguntó.

-Una chela pa' los nervios.-bromeé, y de inmediato obtuve la reacción que esperaba: Temo puso los ojos en blanco y soltó una risita alegre.

-Qué chistosito.-replicó, empujándome con el hombro.

-Bueno, pues. Entonces agua de limón.-dije, encogiéndome de hombros.

-Sale, espérame aquí.-contestó, llevándose las flores con él después de darme un par de palmadas en el hombro con la mano libre.

Me quedé sólo en la sala y me puse a ver las fotos que tenían colgadas en las paredes. Sabía que Temo tenía más hermanos, pero al verlos a todos juntos me parecía irreal que tuviera un pasado complicado y lleno de experiencias del que yo no tenía idea.

Seguí paseándome por la sala y me encontré con una foto de mi amigo siendo abrazado por un chico al que no había visto nunca pero que por alguna razón me resultaba conocido; tenía ojos grandes, cabello marrón, piel banca y una sonrisa simpática que me irritó cuando la vi.

De pronto alguien me saludó desde atrás de mí:

-¡Hola Ari!-dijo la hermana de mi amigo con un tono alegre.

Me di la vuelta y la saludé enarcando las cejas:

-Hola Lupita, ¿cómo estás?

-Muy bien, ¿y tú?-me contestó, pero no me dio oportunidad de responder pues siguió hablando-¿Estabas viendo las fotos de Temo y Diego?

El Plan de la Azotea | AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora