3. "Recuerdos"

104 15 2
                                    

Desperté nuevamente entre sonidos de máquinas y cables. Mis ojos parpadeaban pesados mientras intentaba abrirlos. Me costó enfocar la vista rápidamente, al parecer todos los medicamentos me tenían más sedada de lo que podía explicar.

A mi derecha, revisando la bolsa transparente que conectaba un líquido a mi brazo constantemente, estaba el doctor. Me forcé a mi misma a recordar su nombre. Cada día que venía, se presentaba. A veces de manera directa, otras más sutil, pero es como si comprendiera perfectamente lo que me cuesta retener información.

- Buenos días -me sonrió, simpático, mirándome por un segundo mientras anotaba algunas cosas- ¿cómo te sentís?

- Cansada -contesté-

- Tranquila, es por la medicación que te damos durante la noche, para que puedas descansar mejor. En media hora, más o menos, el efecto tendría que desaparecer -terminó de escribir y dejó todo sobre la mesa adyacente a la camilla- ¿dormiste bien?

- Sí -respondí sincera-

- Ahora en unos minutos ya empieza el horario del desayuno, así que vas a poder comer algo -explicó- ¿tenes hambre?

- Tengo sed -susurré, pasando la lengua por mis labios resecos- ¿qué hora es? -miró el reloj en su muñeca-

- Son casi las siete, bombón -me sonrió- ¿podemos hablar un rato mientras esperas el desayuno? -asentí- ¿te acordas que hicimos ayer?

Lo miré unos segundos, intentando hacer fuerza para recordar qué había pasado ayer. Cerré los ojos suavemente, enfocándome en procesar algún tipo de información.

- Vimos a una persona -me ayudó-

Sonia.

Mia.

Collar.

- Sí -hablé mientras abría los ojos- Sonia.

- Muy bien -me felicitó- ¿qué más?

Inmediatamente, recordé haberme quedado con su collar. Busqué tentativamente con mi mano, con cuidado de no mover la aguja que entraba por mi vena y di con la cadena. La levanté despacio y se la enseñé.

- Me dio esto -le mostré-

- Sí, bombón, bárbaro -me sonrió- ¿qué es eso?

- Es un collar, ella lo tenía puesto -lo miré, leí la palabra que tenía grabada- Mia -murmuré, y volví mi vista al doctor- es mío.

El doctor asintió mientras una enfermera entraba con una bandeja con lo que supuse, sería el desayuno. Mientras la acomodaba en la mesa que cruzaba por encima de mis piernas, el doctor se quedó en silencio, y yo agradecí internamente. No era para nada lindo no poder acordarse ni siquiera tu nombre, vaya a saber alguien por qué.

- Doctor, afuera están las visitas preguntando cuando pueden pasar -dijo la enfermera, terminando de acomodar todo-

¿Visitas?

- Bueno, deciles que cuando termine el desayuno vemos -avisó, y la joven asintió para luego retirarse-

- ¿Visitas?

- Sí, Mia -me acercó la mesa- come algo y charlamos sobre visitas, ¿dale?

Asentí y comí en silencio, un poco apresurada. Después de acordarme sobre Sonia ayer, quería que más personas vinieran a verme. El sentimiento de estar sola la mayoría del día no era nada comparado con lo sola que me sentía en mi interior. Sentía como si antes, el antes que no recuerdo, hubiese estado llena de cosas, de información, de nombres, de canciones, de películas. Pero ahora, me sentía vacía, no lo sentía ni en el estómago, ni en el pecho, ni en la cabeza. Era existencial. Era no tener una razón para respirar.

Enseñando a Mia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora