Au-Vampiros.
Tsunayoshi no podía regresar el tiempo y no podía cambiar lo que era.
Kyoya odiaba a esos seres y los mataría sin dudar.
Giotto se culpaba por su pasado y le dolía el pecho al recordar que no era como los demás.
Alaude quería eliminar...
"Aceptamos el amor que creemos merecer" —Las ventajas de ser invisible—
[Lean el confesionario xD] [#SonLasCuatroDeLaMañana #25DeDiciembre #EstoyPoniendoHashtagMientrasComoPostre #YMientrasVeoLaFogata #YTodosHablanIncoherencias]
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Italia. Enero 1827
El pueblo estaba ardiendo en llamas y las personas gritaban horrorizadas a causa de lo que se suscitaba en ese momento. Algunas personas lloraban por la pérdida de sus casas, algunas otras lloraban por la pérdida de sus seres queridos y es que cuando un pueblo era atacado por "escorias" las bajas de civiles eran demasiadas.
Un carruaje llegó apresurado al pueblo en llamas y de este bajaron dos hombres que se dirigieron a paso veloz a donde se suponía que estaba el grupo de "escorias".
--Iré al centro del pueblo y tú ve al lado oeste –dijo el hombre rubio y se acomodó el saco--. No dejes que te maten.
--No digas estupideces –el azabache de mirada feroz gruñó--. En todo caso si alguien llegase a morir serías tú, Alaude carnívoro.
--Je, Kyoya –el rubio sonrió de lado y se adentró entre las llamas.
Hibari Kyoya y Hibari Alaude eran hermanos gemelos, Alaude era el hermano mayor y Kyoya era el menor. Ambos trabajaban en la estación de policía y se especializaban en el departamento "Hunter"; departamento donde se dedicaban a la caza de vampiros de toda clase.
Los hermanos Hibari eran los cazadores más fuertes de todo el departamento y por ello les encargaban ese tipo de misiones.
Kyoya sacó sus tonfas y se dirigió a donde se le había indicado, por donde pasaba no había más que casas destrozadas y completamente quemadas y casi en la mayoría de ellas había un desagradable olor a carne quemada.
Kyoya se detuvo frente a una casa y bajó la mirada al camino de tierra, un oso de felpa yacía tirado y quemado de la oreja de lado derecho. El azabache se puso de cuclillas frente al juguete y lo agarró.
--Malditas escorias –Kyoya apretó el oso de felpa entre sus dedos--. Pagaran por todo lo que le hicieron a estas personas.
Hibari menor dejó el oso de felpa al pie de aquella casa que estaba siendo abrasada y cerró los ojos a manera de respeto por las personas que habían perdido la vida ese día.
Siguió su destino y cuando llegó al lado oeste del pueblo se sorprendió al encontrar el lugar completamente en calma y eso solo significaba una cosa.
--Los bastardos quieren...
Pero antes de que terminara de hablar un hombre saltó desde el techo de una casa.
Kyoya se alejó por reflejo y vio que aquel hombre comenzaba a reír.
--Cazador –rió aquel hombre--. Bienvenido a mi festín.