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"¡Estás ardiendo!" exclamó Luciel.

"Callate Luciel, no grites" dije tocándome la cabeza ya que me dolía un poco cuando escuchaba algún ruido fuerte.

"Perdón, linda" dijo él con una sonrisa."¿Estás segura de que estás bien?" preguntó Luciel con una mirada preocupada mientras sostenía mi mano.

"Estoy bien, solo un poco mareada todavía" respondí, sintiéndome agradecida por su atención y cuidado.

"No te preocupes, te cuidaré" dijo él, sonriendo y besando suavemente mi mano.

Luciel pasó la mañana a mi lado, asegurándose de que estuviera cómoda y relajada mientras me recuperaba. Me trajo una taza de té caliente y me cubrió con una manta para que estuviera abrigada.

Finalmente, después de un tiempo me sentí mejor y noté que la fiebre había desaparecido.

"¡Oh! Ya no siento dolor de cabeza, ni escalofríos, no estoy caliente como antes" dije, tocándome la frente y destapándose.

"Eso es bueno" dijo Luciel, poniendo su mano en mi frente para verificar si no estaba caliente.

"Ahora sí, a trabajar", dije, levantándome de la cama para ir a mi estudio que estaba al lado de mi habitación. Pero antes de que pudiera moverme, sentí unos brazos rodeando mi cintura.

"Claro que no, cariño. No irás a ninguna parte", dijo Luciel, pegándose más a mí y apoyando su cabeza en mi hombro.

"Tengo que trabajar" dije confundida, tratando de ser responsable.

"Es tu día libre, y quiero que estés conmigo" me recordó, acariciando mi espalda.

Ahora que lo pensaba, sí, era mi día libre. No sabía por qué quería trabajar, quizás por el largo rato que estuve en la cama.

"Estás en lo cierto, amor", dije, dándome la vuelta para quedar frente a él. Luciel me miraba con una sonrisa, sosteniendo mi cintura con sus brazos y dándome un suave beso en los labios.

Nos quedamos abrazados durante un rato más, disfrutando del momento y del amor que compartimos. Era un día perfecto para pasar juntos y simplemente relajarnos el uno con el otro.

Después de ese beso, Luciel y yo pasamos el resto del día juntos en casa. Jugamos algunos juegos de mesa, vimos una película y simplemente disfrutamos el tiempo juntos sin preocupaciones.

En un momento dado, Luciel fue a la cocina a preparar algo para comer. Mientras tanto, yo me quedé en la sala disfrutando de la música que sonaba en el fondo. De repente, escuché un ruido extraño y salí corriendo hacia la cocina para ver lo que había pasado.

Al llegar, vi que Luciel había derramado salsa en su camisa blanca y estaba tratando de limpiarla con un paño. Me acerqué y lo ayudé a limpiar la mancha mientras nos reíamos juntos de la situación.

Después de eso, nos sentamos a comer juntos y continuamos disfrutando de nuestro día libre. Fue un día tranquilo pero lleno de amor y risas, y me sentí agradecida por tener a Luciel a mi lado. Aun cuando yo ya no me sentía mal, Luciel quiso quedarse en casa para pasar toda la noche conmigo, durmiendo abrazados. 

"Fue mi culpa, fue mi culpa. No lo vi, no la detuve. Soy un idiota"

"Te amo luciel" dije dándole besos en la mejilla de este, pude ver como sus mejillas se tornaban rosadas

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"Te amo luciel" dije dándole besos en la mejilla de este, pude ver como sus mejillas se tornaban rosadas

"Yo también te amo, pero por favor linda, ya no más besos" dijo este entre risas.

"Oh, no quieres besitos en la mejilla" pregunté en tono triste.

"No es eso, es que me haces cosquillas y me distraes" respondió Luciel con una sonrisa.

"Lo siento, no fue mi intención distraerte" dije, sintiéndome un poco avergonzada.

"No te preocupes, cariño. Sabes que me encanta cuando me besas" dijo Luciel mientras me tomaba por la cintura y me ponía encima de él.

"¿Entonces, qué quieres que haga?" pregunté, sintiendo su cálido aliento en mi rostro.

"Quiero besitos, pero no en la mejilla" respondió Luciel con un brillo travieso en sus ojos.

Inmediatamente supe a lo que se refería. Luciel me tomó de la cintura y me besó apasionadamente en los labios, una y otra vez. Yo solo reía y disfrutaba de sus besos, profundizando cada vez más en ellos.

Finalmente, nos separamos por falta de aire y lo miré a los ojos. Sus ojos oscuros brillaban intensamente y su sonrisa era contagiosa.

"Te amo, Luciel" le dije, mientras acariciaba su cabello suavemente.

Luciel me miró fijamente, recorriendo con sus ojos cada parte de mi rostro. Sentí el calor en mis mejillas de la vergüenza.

"Yo también te amo" dijo Luciel, finalmente, dándome un beso suave y tierno.

Nos quedamos en esa posición, disfrutando el uno del otro. Quería que ese momento durara para siempre, sin interrupciones, solo nosotros dos juntos. Finalmente, me acurruqué en su pecho, sintiendo su corazón latir fuertemente, y cerré los ojos, sintiéndome completamente feliz y en paz.


"Vuelve, por favor"

 "Vuelve, por favor"

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I'm Faded. LucielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora