La lluvia seguía cayendo y el cielo gris se vislumbraba a través de la ventana de la habitación, mientras la única luz en la habitación provenía de la televisión. Quería distraerme un poco, no quería pensar en lo que estaba pasando afuera, donde estaba Luciel.
Luciel me había enviado un mensaje diciendo que llegaría a las 3 de la tarde, pero eran las 6 pm y la lluvia era muy fuerte. Había intentado llamarlo varias veces, pero no había respuesta. Estaba muy preocupada.
¿Luciel estás bien?
Escuché el timbre sin pensarlo y corrí hacia la puerta para abrirla, encontrando a Luciel mojado sosteniendo un ramo de flores en mal estado debido a la fuerte lluvia. Él solo mantenía una sonrisa y dijo "hola".
"Luciel, ¡pasa!" dije, haciendo un gesto para que entrara y cerré la puerta detrás de él. "Siéntate".
Regresé con unas toallas y empecé a secar su cabello para que no se enfermara, sabía que aún así debía darse una ducha.
"Ahora, date una ducha para que no te enfermes", le dije. Él solo me miró preocupado. "Lo siento, llegué tarde, tenía mucho trabajo y no pude llegar a tiempo", dijo.
Negué y le sonreí. "Eso no importa ahora, lo importante es que estás aquí y que no te enfermes. Ahora ve a bañarte", dije acariciando un poco su mejilla izquierda. Él solo asintió, se levantó y tomó la ropa que alguna vez había dejado aquí. Mientras él se bañaba, le preparé algo de ramen y té para mantenerlo caliente.
Ya tenía listo el ramen, ahora solo me quedaba hacer el té que solo era servirlo. Llevé dos platos y dos tazas a la pequeña mesa que tengo en la sala y las dejé allí.
Salió Luciel ya todo duchado yendo hacia la sala, le hice un ademán para que se sentara.
"Déjame ayudarte" le dije mientras le secaba de nuevo el pelo con otra toalla. Él solo estaba en silencio esperando. "Ahora, come que se enfriará" le dije y solo escuché un susurro de él diciendo gracias.
Terminamos de comer y le serví en una taza el té y le dije que se lo tomara. Mientras él bebía, yo limpiaba los platos en la cocina. Cuando regresé, él ya había terminado y tomé su taza para llevarla a la cocina hasta que su voz hizo que me detuviera.
"De verdad lo siento", dijo con un tono triste. Dejé la taza de nuevo en la mesa y me senté a su lado.
"¿Por qué?", pregunté.
"Por haberte preocupado por mí, por llegar tarde. Lo siento", respondió.
"Luciel", dije tomando su rostro con mis manos para que me viera. "Eso ya no importa, está bien. Sí me preocupé debo admitirlo, pero ya estás aquí, cariño", acaricié sus mejillas con mis manos. "Tranquilo, entiendo que es tu trabajo y no importa. Lo importante es que ya estás aquí conmigo" le dije suavemente mientras le miraba a los ojos.
En ese momento, pude ver un brillo en sus ojos y él me abrazó rápidamente. Yo rodeé su cuello con mis brazos y acaricié su cabello.
"¿Por qué eres tan hermosa conmigo?" me preguntó mientras me abrazaba.
"Porque te amo" le respondí, separándome poco para mirarle a los ojos. Él me miró y me dio un dulce beso en los labios.
"También te amo y no sé qué haría sin ti" dijo después del beso, haciéndome sonreír.
"Y yo sin ti, Luciel", dije antes de darle un beso lento y profundo en los labios, mostrándole todo mi amor.
El ambiente se llenó de amor y ternura, ambos sabían lo mucho que se querían y se necesitaban el uno al otro. Luciel tomó la mano de su amada y la llevó a sentarse en el sofá, mientras la abrazaba con fuerza.
"Me gusta estar aquí contigo, en este lugar donde todo es paz y tranquilidad" dijo Luciel acariciando el cabello de su amada.
"Sí, a mí también me gusta. Aquí es donde somos felices, donde podemos ser nosotros mismos sin preocuparnos por el mundo exterior" respondió ella con una sonrisa.
Ambos se quedaron en silencio, disfrutando del momento y de la compañía del otro. Sabían que aunque hubieran problemas o dificultades en el futuro, siempre podrían contar el uno con el otro para enfrentarlos juntos.
La lluvia seguía cayendo afuera, pero dentro de esa pequeña habitación, el amor y la felicidad brillaban como un rayo de sol en un día gris.
"No se que haría sin ti"
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