Capitulo 3.- Para... ¿qué?

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Se veía sospechoso de unos 34 o 35 y traía una gorra.

-Gracias –dije cortante y confundida.

-No te asustes –dijo soltando una leve risa- tengo  algo por el pelo café. Y me llamo Bevior ¿y tú?

-L… Lyra –dije indecisa de decirle o no.

-Hermoso nombre para una hermosa chica –dijo.

-Disculpe, pero… soy menor de edad –dije levantando mi cara con seguridad.

-No me importa –dijo indiferente.

El poso su mirada en mi mano. Esa miraba asustaba, estaba llena de…. algo.

-Qué bonito péndulo –dijo ahora con una mirada perdida.

-La verdad es un collar –dije guardando discretamente el péndulo en la bolsa de la sudadera.

-Yo sé que es un péndulo, tú sabes que es un péndulo así que deja de actuar.

No dije nada ¿Por qué este loco no se busca a otra persona que asustar?

-Es increíble cómo puedes percibir en donde están las personas –dijo mirando al paisaje.

-¿Disculpe? –pregunte buscando su mirada.

-Pero me pregunto cuánto dejaras de ser una adolescente normal cuando aprendas a percibir donde están las cosas.

¿Cómo?

-Disculpe, ¿se perdió de un manicomio o algo así? Creo que es donde hay uno cerca.

-Claro que sabes donde hay uno, ese es tu poder de Paragnosta.

-¿Poder de qué? –pregunte confundida y un poco indiferente.

-Paragnosta.

-¿Eh? –pregunté.

-Lyra, eres Paragnosta.

¿De dónde salió este enfermo?

-Ah, mira –dije indiferente- ¿y qué significa?

-Ahora no te lo puedo decir.

-Ah sí verdad. Bueno estás haciendo muy bien tu trabajo de ser la-persona-que-le-dice-a-la-chica-comun-y-corriente-sin-vida-social-que-no-es-humana-si-no-algo-más-y-tiene-que-ser-protegida-y-aprender-a-controlar-lo-que-sea-que-le-pase.

El sujeto no dijo nada, solo se mantuvo quieto.

-Y ¿Dónde está la academia? –pregunte “crédula”.

-¿La que?

-Ya sabes, la academia que entrena –susurrándole- a personas como yo –guiñándole un ojo- o más bien un país o cualquier lugar donde viven personas como yo, pero le creo más a la academia.

-Sabes más de lo que pensé –dijo incomodo.

-Claro que sí. Bueno esta es una broma bien pesada así que… me voy –dije dándome la vuelta y yéndome. ¿Por qué siempre me encuentran los locos?

Llegué a la casa y toque la puerta ya que Alec era quien traía las llaves. Su mamá me abrió pero pareció confundida al ver que no estaba con Alec.

-Cariño, pasa –dijo mientras yo entraba- ¿Y Alec? ¿No se supone que tenía que estar contigo? –dijo algo enojada.

-Ehh… si –dije pensando en que decirle- Pero yo… decidí venirme porque… ¡me estaba muriendo! Si usted sabe, gastritis y cólicos, horrible –dije haciendo gestos.

-¡Oh! Te entiendo, nena, es horrible. Bueno, si quieres ve a descansar en tu cuarto y te hablo cuando sea la cena –dijo guiñándome un ojo.

Asentí y corrí a las escaleras y empecé a subirlas.

-¡Si te sigue doliendo creo que tengo unas pastillas en mi baño! –me grito.

-¡Gracias! –le grite aguantándome la risa.

ParagnostaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora