A la salida del aeropuerto se encontraba un señor de unos 40 años perfectamente uniformado, con un letrero en la mano que decía mi nombre.
—Señorita Gilbert ¿es usted?—dijo en cuanto atravesé la salida—.
—Sí, soy yo, pero por favor llámame Emma—.
—Un gusto Emma, permítame presentarme, mi nombre es Alfred, seré el encargado de su seguridad y del transporte del señor Gilbert y de usted. Creo que está de más decirle que cualquier cosa que necesite estaré a su disposición—comentó mientras me abría la puerta del auto—guardaré su equipaje e iremos a recoger a su padre a la oficina—.
Durante el trayecto casi no puede disfrutar de la cuidad, pasaban mas de las once de la noche, y lo único que se veía eran las luces que iluminaban los grandes de edificios, y de fondo, se escuchaban el sonido del mar. Después de unos diez minutos de viaje, Alfred se detuvo en la entrada de un gran rascacielos y enseguida mi padre subió al auto.
—Hola Alfred—el chofer le dirigió una mirada por el retrovisor y arrancó el auto—¿Qué tal el vuelo?—me preguntó—.
—Bastante cansado.
Me miró por unos segundos tratando de descifrar mi expresión, pero el rostro se le ensombreció y enseguida miró al frente y continuó.
—Bien escúchame Emma. Tuve un pésimo día en la oficina, así que pon atención porque no volveré a repetirlo—sacó del portafolio unos papeles y me los entregó—Aquí está tu comprobante de inscripción, irás a la preparatoria Belmont, en el folder están todos tus documentos y tú horario. Mañana inician las clases...
—Pero ni siquiera te tomaste el tiempo para pregúntame qué es lo que yo quería hacer después de accidente...ademas....—.
—¡Emma, todavía no acabo!—espetó—No está a discusión, no perderás otro año de escuela, ademas tienes que adquirir todos los créditos que puedas para la universidad. Alfred te llevará a la escuela y a dónde necesites, hasta que nos entreguen tu auto—.
—Al menos puedo escoger el auto, ¿o eso también lo vas a decidir por mí? —.
Me devolvió una mirada llena de irá.
—¡Tú perdiste el derecho a decidir el día que se te ocurrió salir bajo la tormenta!
Sabía que mi padre me culpaba por lo que pasó, pero nunca lo había dicho en voz alta, y menos con ese tono lleno de odio.
— Se que te duele, pero yo también la perdí a ella. ¡Tú no estabas ahí! ¡Sólo detente por un momento a pensar como me siento yo!—dije con los ojos humedecidos—.
Alfred me miraba con preocupación por el retrovisor, mientras que un silencio incómodo invadió el auto. Se podía corta la tensión con un cuchillo y aún así se podrían escuchar los latidos incesantes de mi corazón.
—No está a discusión—replicó mientras se aclaraba la garganta—Irás a la escuela mañana. Después de clases Alfred te llevará a hacer unos estudios al hospital Medical Center, resulta que el doctor Kingston está haciendo su especialidad aquí en Los Ángeles así que el té revisará para ver que las lesiones que tienes el cuello hayan sanado correctamente.
—Espera, ¿estamos hablando de Wren? —mi padre asintió con la mirada y volvió su atención a la pila de expedientes que tenía frente a él—.
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CUANDO TE ENCUENTRE ©
Teen FictionTiempo.... Einstein decía que el tiempo es relativo, pero yo jamás entendí esa frase hasta que desperté veinte metros bajo el agua, sin poder respirar, sin poder moverme, en esa fracción de segundo el tiempo se congeló. Creí que lo ultimo que verían...