Capítulo 4

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Todos tenemos un pasado. Ya sea que hayas cometido un asesinato, o simplemente hiciste algo de lo que tu conciencia no se siente orgullosa.

Todo mundo esconde secretos. Y justo por eso se llaman secretos. Porque una vez que estos salen a la luz, no habrá nada que puedas hacer para ocultarlos.

Esto me recuerda que la verdad puede llegar a ser poderosa, aunque a veces es un arma de doble filo, muchas veces te transforma, o te destruye.


Cuando salí del hospital Alfred me dejo en la casa y regresó a la oficina. Yo me di una larga ducha en la tina de baño mientras veía un capítulo de grey's anatomy.
Estaba emocionada por ir a la fiesta, la verdad nunca me imaginé encontrar a alguien como Vee, considerando que últimamente no era la persona más amistosa del mundo. Pero está noche, es mi oportunidad para hacer nuevos amigos, para tratar de empezar de cero. Así que no iba a desaprovecharla.

Opté por usar un vestido de ceda plateado, no era muy largo, pero tampoco tan corto. De lo que si estaba segura, era que el escote pronunciado iba a atraer algunas miradas.
Me planche el cabello, me hice una coleta alta y deje que dos mechones largos sobresalieran sombre mi rostro, me puse unos aretes largos en forma de estrella y me pinte los labios de rojo.

Mientras esperaba a Vee me prepárate algo de comer y subí a mi habitación a desempacar algunas maletas, aunque no pude avanzar mucho porque me llegó un mensaje de Vee, avisándome que ya estaba por llegar.

Tomé mis vans blancas y salí de la casa.

—¿Vamos a una fiesta o a una antro?—le pregunté mientras subía al auto.

—Nunca se debe perder el estilo querida. Además, de qué te quejas. Tú luces muy ardiente— susurró mientras ponía el auto en marcha.

Y no estaba exagerando con lo del antro, Vee llevaba un vestido color negro con mucho brillo, y exageradamente diminuto que hacía resaltar aún más su esbelto cuerpo. Se había delineado los ojos y pintado los labios de color morado.

—Así que...¿De quien es la fiesta?

Vee suspiró.

—De Sawyer, uno de los amigos de Nate, y antes de que digas algo—se adelantó— Estoy de tú lado, todos son unos idiotas. Pero debo reconocer que sus fiestas son memorables. 

Dimos vuelta a la derecha  en una intersección, y desde ese momento se podía escuchar la música a todo volumen. Recorrimos  unas cuantas casas más, hasta que Vee se estacionó no muy lejos de la entrada principal. 

Cuando entramos a la casa quede asombrada con lo que veían mis ojos. Había ido a muchas fiestas e Filadelfia, la mayoría de ellas eran mas tranquilas, no más de treinta personas, unos cuantos barriles de cerveza, tequila, vodka, algunos cigarrillos y la música a todo volumen, la mayoría de ellas acababan con alguien gritando la policía esta aquí o mis padres llegaron y ese era el momento en donde todos huíamos.

Pero esta fiesta era diferente, en la entrada principal había toda una gran mesa llena de cualquier tipo de bebidas que puedan existir, bebidas que con un solo trago acabas inconsciente en cualquier esquina; la casa estaba repleta de adolescentes, todos con un vaso rojo en la mano mientras se movían al compás de la música electrónica. En la parte de atrás habían varios chicos con cuerpos tonificados que se encontraban en la alberca; estaba casi segura que eran los integrantes del equipo de lacrosse, acompañados del escuadrón de porristas. Era demasiado cliché para ser verdad.

—¡Hey, chicos! ¡Vengan!—Le gritó Vee a una pareja se encontraba cerca de la chimenea—Ella es Emma, se acaba de mudar a Los Ángeles.

—¡Mírate!—dijo de pronto la chica mientras me analizaba minuciosamente de los pies a la cabeza— Por ese cuerpo que tienes y esas piernas, debes de ser bailarina o gimnasta—me dedicó una sonrisa—Por cierto, soy Lucy y él es mi novio, Caleb.

CUANDO TE ENCUENTRE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora