¡Feliz Navidad!

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No sabía que demonios hacía en ese bar, tomando hasta perder el conocimiento o estando cerca de un coma etílico.

Había salido de la estación hecho una furia, muchos oficiales hablaban de ir a comprar regalos para sus hijos, se sentía miserable, estúpido y estaba más molesto con él mismo cuando trato tan mal a Connor, con cado sorbo de cerceza se sentía el ser más desagradable del mundo.

Observó a su alrededor, se encontraba en una bar diferente, no quería ver a Connor ir en su búsqueda, él no lo merecía y era un cobarde en todo los aspectos, incluyendo al androide. El bar estaba lleno de hombres acabados y solitarios, hombres como él, inservibles, que habían perdido su propósito y sólo estaban para decepcionar a las pocas personas que decidían quedarse a su lado.

Connor seguramente había ido al bar habitual a buscarlo, no había usado sus cuentas bancarias por lo que sería difícil rastrearlo.

El bar tenía iluminación negra, no sabía que hora era, sólo estaba consciente de que le estaba dando fin al licor de la segunda botella de whisky que tomaba, saco su teléfono y observó la hora, 2:30 a. m. del 25 de Diciembre, recordaba los ojos levemente enrrojecidos de Connor cuando lo empujo e insulto, recordó después la actitud esquiva y la forma poco sutil de evitarlo del androide, tenía un sabor amargo en la boca en vez de él tan conocido whisky.

Salió del bar y el frío de la madrugada  lleno su cuerpo de escalofríos, las calles estaban cubiertas de una gruesa capa de nieve y los copos ondeaban el aire, aun había personas en la calle, en múltiples establecimientos se escuchaban los villancicos que tanto odiaba.

Camino hasta su auto y se puso en marcha, esperaba llegar a salvo a la casa, aún que si moría en el camino no se quejaba, tal vez sólo lamentaria no despedirse de sumo. Pero a quien quería engañar, no deseaba irse sin ver una última vez al pedazo de plástico que era su compañero, por que sin darse cuenta estaba jodidamente enamorado de él.

Si tuviese que pedir un deseo en la estúpida navidad era que, cuando llegará a casa, si es que llegaba, deseaba que Connor estuviese ahí, esperándolo, como siempre había hecho cuando desaparecía y el androide no lo encontraba. En verdad deseaba que el castaño no se hubiese ido, cuando arremetió contra él antes de salir de la estación de policía, cuando le dijo todas esas palabras hirientes buscando alguna expresión en su rostro, pidiendo la explicación de por que lo estaba evitando, por que en la última semana no comían juntos. 

No sabía que las cosas iban a empeorar, que Connor se volvería más esquivo que nunca. Sus ojos estaban aguados y las lágrimas empañaban su vista, sin querer se llevo consigo un trineo de madera y a lo lejos escuchaba los insultos de los adolescentes.

Aparcó el auto tan bien como su estado de ebriedad se lo permitió, camino hasta el porche y abrió la puerta, intento cruzar los dedos esperando que Connor estuviese sentado en el sofá, pero no fue así.

Las lágrimas dejaron de recorrer sus sonrrojadas mejillas por el shock, necesitaba a Connor. Se acercó al mueble y pudo distinguir un árbol navideño en una de las esquinas que no era visible hasta que se entraba a la estancia, fina y elegantemente decorado. El no había hecho compras navideñas, sólo significa una cosa. Camino con una rapidez hacía la cocina, que el mismo se sorprendió.

Las lágrimas volvieron a él cuando en su estúpida y descuidada cocina pudo presenciar a un Connor dormido sobre la mesa puesta, de las velas sólo quedaba cera derretida, a un costado del androide, sobre el suelo, se encontraba su fiel amigo, su San Bernardo, sumo.

Se acercó a Connor y se arrodilló a su lado, tomó su mano y la beso, el androide despertó exaltado, observó al hombre arrodillado y acaricio su rostro, la sensación de su barba contra su tersa piel hormigueo y sus perfectos pulgares trataron de hacer desaparecer las lágrimas, el castaño lucía un poco somnoliento a pesar de no ser completamente humano. Sonrió dulcemente mostrando todos sus dientes, aquello hizo que el corazón de Hank diese un vuelco- Feliz Navid teniente- dijo con calma para después abrazar al hombre de cabello cano, mientras besaba su rostro contraído ya endurecido por los años.

El teniente sonrió entre los besos que repartia el androide por su rostro, estaba feliz, emocionado, extasiado y confundido, sobre todo sorprendido por la repentina acción del androide- No merezco alguien tan bueno como tú en navidad- respondió tratando de limpiar algunas lágrimas sobrantes con el dorso de su mano.

Connor sonrió y con timidez beso los labios del teniente a pesar de que no le agradaba el alcohol- Te amo Hank- dijo suavemente, hicieron la comida a un lado y fueron a la habitación, entre besos torpes llegaron a esta.

El teniente recostó a Connor con la delicadeza de un bulldozer y se puso a horcajadas sobre él, beso su cuello y acarició su cuerpo, de repente se quedó quieto, el castaño trato de despertarlo-Umm Hank, despierta- estaba a punto de llamar a emergencias hasta que escucho los ronquidos del teniente- Me acosté con Gavin- mintio firmemente pero no hizo reaccionar al teniente, lo abrazo esperando que el teniente no olvidará esa noche a la mañana siguiente, cerró los ojos deseando un buen futuro para ellos.

Detroit: Become Human O•SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora