Capítulo Cinco

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A la mañana siguiente Anghela amaneció nerviosa de compartir tiempo a solas con Yaneth, pero estaba decidida a descubrir lo que estaba pasando entre ellas, así que se vistió y enrumbó al lugar donde habían quedado. Yaneth la estaba esperando temerosa de lo que pudiera acontecer, se encontraba estacionada dentro de su auto y fuera de un supermercado cerca de la casa de su amiga donde habían quedado en verse.

- Pensé que no vendrías o que llamarías dándome excusas – expresa Yaneth saliendo de su auto al verla llegar.

- ¿En serio? crees que soy tan inmadura, - sonríe - si ya había quedado en que vendría ¿no?, además ¿por qué haría eso? – la mira fijamente ladeando su cabeza.

- Lo siento no quise molestarte, - levanta sus manos como rendición - y si porque harías eso – se sube al auto seguida de Anghela.

En el camino hacia el lugar que visitarían, ambas jóvenes se mantenían en silencio, Anghela miraba el camino y Yaneth por su parte no sabía de qué hablar hasta que prendió la radio y sonó una canción la cual empezó a cantar su copiloto y esa fue la excusa perfecta para empezar la conversación, "a mí también me encanta esa banda" dijo aunque fuera mentira y así se dispusieron a conversar de temas musicales, lugares que conocían... hasta que llegaron a su destino, bajaron del automóvil y se dispusieron adentrarse al parque.

- Este lugar es hermoso – exclamó Anghela mientras recorrían el lugar.

- Si lo es...es realmente hermoso y tu compañía lo hace aún más – respondió Yaneth quien estaba tomando fotos ni bien pisó el lugar.

- ¿Y cómo descubriste este lugar? – pregunta Anghela siguiendo a su guía, pero sin dejar de maravillarse – porque está bien escondido.

- Lo descubrí cuando... - se detiene y la mira - ¿en realidad quieres escuchar mi historia? - sonríe.

- Sí, vamos, cuéntame.

- ¿En serio?, - la mira achicando los ojos - mi historia puede ser escalofriante – sigue caminando.

- ¿Escalofriante? acaso eres una especie de asesina serial y entierras los cadáveres de los que vienen aquí contigo – sonríe.

- Tengo cara se serlo – responde sin dejar de caminar.

- Lo bueno es que Laura sabe que estoy contigo y a la próxima que salgamos también se lo diré hasta que me des confianza. – se mofa

- Entonces, ¿habrá una próxima salida?se detiene y la mira fijamente.

- Ah...claro, - sonríe nerviosa - es decir... - se sonroja.

- Si entiendo, déjalo no quise incomodarte. – sonríe, saca de su mochila una manta, agua y se sienta – ven siéntate – hace una señal para que se acerque, ella hace caso.

- Las fotos que has tomando son bellísimas, - se acerca a mirar la cámara que tenía su acompañante - deberías dedicarte a esto.

- No lo había pensado como tal, ven tomémonos una foto, - la abraza - para que lo tengas como recuerdo del día que estuviste con una asesina serial y saliste viva – ambas se ríen

Al estar cerca la una de la otra, sus corazones empezaron a latir muy rápido. Lo que sea que estuviera pasando no era unilateral, lo que estaba por empezar no era solo una amistad...

- Entonces, me contaras como llegaste este lugar.

- Está bien, lo haré – responde a su amiga sonriendo - un día, - guarda su cámara, echándose en la manta y mirando al cielo, Anghela sentada la mira - mi madre vino a visitarme sin avisar y me encontró con alguien a quien no quiso que le presentara, - sonríe - discutimos, me dijo y le dije cosas que destruyo la poca relación que teníamos, luego de unas copas, bueno muchas copas demás y darme cuenta que esa persona no valía la pena para haberle hablado así a mi madre. - suspira - tomé el auto sin rumbo conocido, manejé por mucho tiempo y choqué justo con este árbol, - se levanta y le muestra un árbol enorme de cerezos - gracias a la bolsa de aire del auto, - se vuelve a sentar - solo me desmayé. Al despertar pensé que estaba en el paraíso, hasta que me arrestaron y llevaron al hospital, - sonríe como añorando - no tuve más que un raspón. Una vez que mamá pagó la fianza y discutir nuevamente para variar, ella se fue diciéndome que "Nunca más, me vería como a su hija", así que este lugar se convirtió en mi refugio y recordatorio de que soy una mala hija, según mi madre y desde ese día no he vuelto a tomar ni una copa – la mira sonriendo.

Yo También... La AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora