El búho que robó mi corazón||BokuAka

-Ⅶ-

Akaashi

El sol brillaba con fuerza, el clima ya comenzaba a calentarse. Eso significaba una cosa... ¡Manga corta! ¡Piscinas! ¡Sandías! E.t.c. e.t.c.

Era la hora de comer. Kozume y yo estábamos bajo un árbol protegidos de los fuertes rayos del sol.
Él jugaba con su consola y yo leía un libro, osea, paz y tranquilidad... Hasta que un balón de voleibol me dio en toda la cabeza. Lo gracioso es que Kenma y yo acabamos jugando al final.

Las clases terminaron muy pronto a mi parecer, Kenma se fue temprano debido a una llamada que recibió de su madre. Era una pena, me había acostumbrado a no andar a casa solo.
Cuando regresaba a casa sentí que alguien me estaba observando, pero lo dejé pasar. Tal vez haya sido mi imaginación de nuevo.

Entré y vi que no había nadie, mi madre consiguió un nuevo trabajo, pero últimamente no le veo muy seguido. Al segundo de quitarme los zapatos fui bienvenido por Kou, me alegré mucho. Sus ojos eran una de las cosas que más adoraba, eran cálidos. Me tranquilizaban siempre que me sentía mal o nervioso.
Subimos a mi habitación y me cambié de ropa, hice la tarea, ordené mi habitación... Me aburría. Mucho. Decidí bajar al salón para ver la televisión, Kou se quedó a mi lado. Al final me pasé la tarde viendo El detective Conan, hacía muchísimo tiempo que no lo ponía y me trajo muchos recuerdos de mi infancia, pero ahora tenía una nueva conclusión y era que si algún día yo conociera a alguien como Conan, huiría por mi vida.
Kou se espantó en algunas escenas y siendo honesto me parecía adorable. Le acaricié y se tranquilizó al instante, me miró directo a los ojos.
Mi cuerpo se movió solo y le besé en la cabeza, de verdad... Era monísimo.

—'Kaashe~

Esa voz de nuevo. Miré hacia los lados para ver si había alguien, pero estaba desierto. ¿Me estaré volviendo loco? Abracé a Kou como si le estuviera protegiendo de algo que ni yo podía ver.

—'Kaashe. Soy yo, Kou.

Efectivamente, estoy loco. Miré a mi adorable búho y él me miró a mi. En ese momento comprendí que tal vez había una pequeña posibilidad de que de verdad podía hablar con él.

—¿Cómo puedo saber que eres Kou? —pensé en un intento de comunicación.
—Hmm... Te gusta sonreír, pero siempre tapas tu sonrisa porque te da vergüenza y tienes una colección de peluches.

Sí, solo Kou, Kenma y mi madre sabían eso. Juro que salté de alegría con Kou en mis brazos y no me di cuenta de que mi madre ya había vuelto y me miraba de manera burlona.

—Keiji, voy a pensar que le quieres más que a mí —bromeó.

Dejé a un Kou algo mareado en el sofá y corrí a abrazar a mi madre.

—¡Te quiero! —dije con una de mis sonrisas más radiantes.

Cenamos juntos, como una familia de verdad. Sin un padre que gritara y tirara la comida al suelo.

—Dime Keiji, ¿qué tal en el instituto? ¿Todo bien? —preguntó con un tono algo preocupada.
—Sí, Kenma es un buen amigo —contesté.

Ella dudó un segundo y me miró a los ojos, seria.

—Me refiero a que si siguen molestándote.
—No, hubo una vez que les grabé diciendo algo no muy bonito y no han vuelto a molestar.

Mi madre me miró estupefacta y se rió, casi se le salían las lágrimas. Yo estaba confundido, ¿de qué se reía?

—Keiji, ese es mi hijo. Le diste su merecido a ese cobarde.

Kou se subió a la mesa y frotó su cabeza contra mi brazo. Mi madre se echó a reír de nuevo y yo, sin darme cuenta, me contagié de esa risa.

Estaba tan feliz, tan emocionado... Que no pensé en lo poco que duraría esa genuina felicidad.