-Ⅸ-

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—Está bien, entiendo. Yo también te echaré mucho de menos Kenma. Hasta pronto.

El azabache colgó y sonrió tristemente, Kenma se había ido a vivir con Kuroo. Estaba feliz por él, sabía que había pasado algo. Por eso, no estaba enojado ni nada por el estilo. Solo... Tenía que acostumbrase a volver a casa solo otra vez.
El timbre sonó y se dirigió a clase. El día pasó lento y aburrido, pésimo. Akaashi quería volver a casa ya y abrazar a Kou. Cuando sonó el timbre que dio por finalizadas las clases fue uno de los primeros en salir, o eso pensaba, pero un profesor le pidió ayuda para ordenar unos libros de la biblioteca.

Qué bien... —pensó Keiji sarcásticamente.

Una vez finalizada su tarea se dirigió, por fin, a su casa. Iba a paso lento, muy lento. Miraba a su alrededor detenidamente, era relajante de alguna manera. Decidió pasarse por la acogedora librería y allí se quedó gran parte de la tarde.

[…]

—¿Estás seguro de que estará bien? Dejarle así...
—Eso quiero creer, no había otra opción, ¿verdad Kuro?

El susodicho dudó un poco, por lo que le había contado Kenma, Akaashi era un chico solitario y le preocupaba. No le conocía, pero se encariñó con él. Sintió un pequeño apretón en su mano y sonrió.

—Solo espero que esté bien.

El cabeza pudin siguió con su partida y el pelinegro le observaba como si le estuviera analizando cara facción de su cara.

Es adorablepensó y sonrió.

[…]

Akaashi acabó comprando tres libros y se dirigió a casa contento de poder ver a Kou.

En su camino volvió a sentir la mirada de alguien, se giró y miró hacia todos los lados, pero no encontró nada y decidió dejarlo a un lado.
Antes de llegar a casa recibió un mensaje de su madre diciendo que esa noche no volvería a casa por el trabajo y que solo hiciera la cena para él y para Kou.
Suspiró, debido al trabajo veía a su madre cada vez menos. Ante esto, se apresuró a llegar a casa. Quería un cálido abrazo de Kou.

Abrió la puerta y dejó su mochila a un lado. Algo iba mal... Kou no estaba allí esperándolo.
Pensó que tal vez podría estar durmiendo o había salido como solía hacer, pero de nuevo, siempre estaba para darle la bienvenida.

Subió a su habitación con algo de prisa, no había nadie.
Ubicó una nota sobre su mesilla de noche y se acercó para leerla.

Sin siquiera dudarlo salió corriendo en dirección al descampado de la fábrica abandonada. Al llegar, sintió un dolor en su espalda, le habían golpeado. Cayó de rodillas y fue atado. Después, lo vio... A Kou y la desesperación llenó su mente.

—¡Soltádlo! ¡No le hagáis nada!

El búho estaba inmóvil le habían atado las patas y las alas y este se retorcía de dolor.
Keiji gritó y gritó; suplicó y suplicó, pero todo era en vano, golpeaban a Kou con una botella de cristal.

—¡Por favor! Dejádle ir...

Lágrimas manchaban su perfecto rostro y el matón, Norio, sonrió complacido. Quería hacerle sufrir, tanto que no fuera capaz de mirarle a la cara.

—Es tu culpa Akaashi, esto lo creaste tú.
—¡No es cierto! —se defendió con la voz rota.

Todos los presentes se rieron de su estado actual y siguieron golpeando, torturando hasta que se cansaron y volvieron a sus respectivas casas como si no hubieran hecho nada malo.

Keiji se acercó apresuradamente hacia el cuerpo inmóvil de su amigo. Le rodeaba un charco de sangre y sus alas estaban en muy mal estado.

—No... Kou, Kou... Por favor

Era imposible, el búho no daba signos de vida. El azabache lo abrazó, no le importó mancharse, solo quería sentir la calidez de Kou, pero estaba frío.

—Te pedí que no te fueras...

En ese instante comprendió que volvía a estar solo. Solo él, Akaashi Keiji.

El búho que robó mi corazón||BokuAkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora