Capítulo 5

22 4 2
                                    

Me desperté temprano, ya el sol apenas se asomaba, pero los demás aún dormían. Quite aquella suave manta y senté en el suelo pasando mi mano por mi despeinado cabello, para después sacar un peine de mi morral y arreglarlo. Mi vista se posó pocos segundos en quienes seguían descansando. Micaela durmió en la cama debido a su problema de espalda y yo en el suelo igual que Dalton. Por otro lado, Camryn eligió estar incómoda en el único mueble antes de estar con otra persona que no fuera su pareja. Esa a quien los guardias le arrebataron.

Con algo de cansancio me levante y agarre mi navaja por separado, luego el morral, para así salir algo protegida de la cabaña. Antes de cruzar la puerta pude observar en silencio que la Pelinegra dormía con un arma entre sus manos. Sólo negué con la cabeza y salí intentando hacer el menor ruido.

Respire hondo el aire puro de la naturaleza, y no aquel aire concentrado del domo, que por mucho que tuviera rejillas por donde este pasara, jamás sería igual.

Subí el rostro para admirar las hojas de los árboles moverse con el compás del suave viento. Los colores, escuchar las aves cantar, definitivo, era maravilloso.

Sin darme cuenta estaba sonriendo.

Sin duda no parecía un mundo infectado causa de la ineficiencia humana.

Al realizar algunos pasos vi, no muy lejos, una hermosa flor, que al instante reconocí como una orquídea blanca, esa misma que al soñar me aparecía tallada en una figura de madera.

Camine hasta ella, con cuidado olí su dulce y suave esencia. Con mi índice toque con delicadeza su pétalo, para ver como este se pintaba de un rojo fuerte.

-¿Pero qué?

Miré mi dedo y lo restregue con el pulgar.

Era sangre.

Enseguida me alertó y toque mi nariz en búsqueda de un derrame nasal, pero simplemente no había nada. Al detallar el tronco del árbol veo una palma de mano marcada con poca sangre seca.

Busque mi navaja en la chaqueta que cargaba puesta, mientras el sonido de hojas moviéndose es lo que me hace subir la mirada a la copa del árbol para así sentir como pocas goltas salpican mi frente, ceja y pómulo.

Me levanto pasando mi muñeca por la frente viendo así como mi piel queda pintada de ese tono fuerte rojizo. al momento en que retrocedo logro escuchar un bajo gruñido, pero lo suficientemente intimidante como para terminar de alarmarme. Los ruidos cuando disminuyen, una silueta cae con de lo alto de ese árbol a pocos metros de mi presencia.

Antes de que pueda reaccionar grito cubriendo mi boca rápidamente dando un salto hacia atrás, con mi corazón acelerado al ver y escuchar el impacto entre un chico pelo negro y la tierra. Éste se encontraba de espalda a mi presencia con la respiración lenta, con especies de venas verdes y grisáceas que sobresalen de su pálida piel en todo su torso desnudo con sangre, la cual brota de su hombro derecho, que por suerte, supongo, no fue el brazo que se llevó el peso del cuerpo en el impacto.

Tiene los mismos rasgos en aquel torso que cualquier similitud con un alguien afectado por el virus.

La duda y el temor me carcomen. Con la indecisión si debo acercarme o irme corriendo a la cabaña. Aún así soy consciente que si tomo la segunda opción Camryn lo matara apenas lo note.

A pesar de tener miedo, mis pies reaccionan por su cuenta y lo rodean para así poder verlo de frente.

Quedo impresionada al notar las cicatrices en su área abdominal marcada y sangre de raspones distribuidos por varias partes de su cuerpo.

Aquellas venas aún son notorias por su pecho y el hombro lastimado. Su rostro está lastimado y tiene sus párpados cerrados.

Al detallarlo mis miedo disminuyen lentamente, se vuelven una combinación de sentirme intimidada y cautivada.

Con cautela me acerca a él, puedo ver como respira con dificultad. Me arrodillo y guardo la navaja en mi chaqueta. Quito el bolso de mis hombros para sacar el botiquín de emergencia.

Con simple sonido de que realizo al abrir el botiquín, éste abre los ojos sobresaltados para levantarse con una fuerza que no capaz de comprender de donde saco.

Me quedo muda al notar como sus ojos de un intenso color gris no se apartan de los míos. Su expresión es seria y al mismo tiempo confusa. Con nerviosismo me levanto asiendo ponerlo tenso, mostrando la gran  diferencia de altura y musculatura que me lleva. No me pasa desapercibida como sus pupilas se dilatan en  un momento.

En eso detallo su herida junto al hombro que tenía lastimado. No era más que una bala incrustada.

Un frío recorre mi espalda dorsal.

-¿Cómo es posible?

-¡Jade! -Grita Micaela causando que la vea asustada. Ella se encuentra acompañada de Camryn y Dalton.- ¿Qué demonios haces afuera?

Volteo y no veo a nadie más que mis cosas, que sin pensarlo termino de arreglar.- Sólo paseaba. -informo, recordando Las gotas de sangre que llevó salpicadas en mi rostro y apresuro a limpiar con una toalla húmeda.

-Creo que aún no sabes lo peligroso que puede ser el exterior. -Acota Camryn con un tono de voz indiferente.- Igual, yo no seré niñera de nadie.

- Ven, les enseñaré a defenderse de esos monstruos. -Dalton viene y me rodea los hombros con su brazo aún vestido de guardia.

-¿Acaso no tienes nada abajo de ese traje?

-Sabes que te encantaría averiguarlo.

Mientras me alejo, lanzo una última mirada sobre mi hombro, no hay rastro de aquel chico misterioso más que sus gotas de sangre que desaparecen

ATROZWhere stories live. Discover now