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Chanyeol siempre a buscado la manera de controlar sus emociones, por experiencia, sabe que nada bueno consigue al dejarse llevar y no escuchar a esa vocesita en su cabeza; es conciente que su corazón, propiamente dicho, es un hijo de puta cuando le conviene.

Sin embargo, no meditó ni tres segundos mandar a pelar rábanos a Oh Sehun y Kim Minseok con la poca conciencia que le quedaba, antes, claro, de que todo a su alrededor se volviera negro.

Se despertó en la comodidad del hogar de la pareja de su padre, en otras circunstancias hubiese salido corriendo, ya que le ponía de los nervios convivir con su padre más de lo extrictamente necesario. Su padre tenía la costumbre de sacarle la contraria a todo lo que dijese y, sinceramente, no quería hacer ninguna escena en casa ajena.

Sin embargo, hoy es la excepción. Quiere joderle las pelotas a su padre, que sufra un poco el maldito. 

Sí, definitivamente no está de humor, ya empezó a maldecir.

— ¿Te encuentras mejor, Chanyeol?

— Gracias, Hana. Y sí, ya me siento mejor, creo que será mejor que me valla... -- Dijo, contrario a todo lo que pensaba.

— ¡Ni hablar! Suni muere por que juegues con ella un rato — cambió el trapo seco en su frente por el mojado que tenía en su otra mano —, solo quédate un rato. No molestamos más.

— En realidad, mi padre está aquí y creo que la molestia soy yo.

Después de discutir un buen rato sobre si era una molestia o no Chanyeol decidió quedarse para almorzar, estando en la casa de Hana, la pareja de su padre, se permitió ignorar olímpicamente a su progenitor mientras jugaba con la hija de la dueña de la casa; Suni. La pequeña lo veía como un hermano a quien admirar, las pocas veces que estaba presente Suni las aprovechaba al máximo para contarle sobre la escuela y mostrarle los dibujitos nuevos que hacia en clase.

Chanyeol aun seguía sorprendido por la mujer que se consiguió su padre, más bien su nueva familia, puesto que no era el hombre más detallista y caballeroso del mundo; en realidad su padre era un cretino en todas la letras.

— Hana insiste en que debemos hacer las paces.

Estando los dos codo a codo limpiado los platos en el fregadero, manteniendo una conversación normal, casi se podría decir que parecían solo padre e hijo, mas la historia es otra.

— Lo sé, sin embargo te guste o no, no hay nada que arreglar en nuestra... En esto. — Chanyeol observó a su padre por el rabillo del ojo —. Solo quiero mantenerme al margen contigo y madre, cada uno está haciendo su vida, les quité la oportunidad de vivir su vida cuando nací prematuramente. Además, soy un adulto ahora, puedo cuidarme por mi cuenta. 

— Más de lo que tu madre y yo podemos.

-- Más de lo que alguna vez ustedes intentaron.



— ¡Tú, gigante de patas chuecas!

— Buenos días para ti también, Irene — bufó al ser tacleado, no literalmente, por el pequeño cuerpo de su amiga —. Te recuerdo que tus huesos pesan, enana.

— Alguien no está de buen humor esta mañana.

— Solo no quiero terminar desmayándome en medio del pasillo, ya bastante tengo con mis inútiles defensas — acomoda mejor su mochila en su hombro, observa a su amiga quien tiene una ceja enarcada —. Solo quiero tener un día tranquilo, ayer fue un desastre. 

— Supongo que fue bastante malo.

— No tienes idea.

Ambos caminaron hasta su primera clase, varios pares de ojos caían en cuenta de la presencia de Chanyeol, quien se encontraba algo pálido y mostraba un semblante cansado. Los murmullos llamaron la atención de cierto pelinegro, quien estaba revisando ensimismado sus mensajes de texto.

Ilusión › ᴄʜᴀɴʜᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora