ғɪʀᴇ ᴀɴᴅ ʙʟᴏᴏᴅ

ʀᴀᴍsᴀʏ ʙᴏʟᴛᴏɴ

El maestre siguió a Ramsay, tartamudeando mientras intentaba disuadir al Bolton. -Mi Lord, la Dama está bastante cansada, quizás sea mejor -

Ramsay miró fríamente por encima del hombro, con la boca en una línea firme. - Mi Señora no es de tu incumbencia. Tampoco mi descendencia. Tu propósito ha sido cumplido, ahora, deja de molestarme -

El maestre asintió una vez, frunciendo el ceño.

Todos sabían de la inclinación de Ramsay por los herederos varones fuertes, particularmente su insistencia en que los dioses lo bendecirían con un hijo sano. Aunque Ramsay nunca había sido devoto, había agotado todas las oraciones, todas las bendiciones que podía comprar, todo para garantizar que el niño en su vientre fuera un heredero varón.

Y sin embargo, ella había dado a luz a una hija.

Demasiado delirante para comprender lo que había ocurrido, T/ N entró y salió del sueño, despertándose solo para amamantar la niña en su pecho.

Todos los sirvientes la rodearon, tratando de retrasar a Lord Bolton lo mejor que pudieron. Pero, por desgracia, casi dos días después del nacimiento, él se dirigió a su habitación, examinó a las enfermeras reunidas y miró a su esposa dormida.  - ¿Dónde está mi hijo ? - Su sonrisa era terriblemente amplia, tal vez la más alegre que alguna vez lo habían visto.

Una de las criadas, una mujer mayor cuyo cabello había empezado a ponerse gris, finalmente habló después de ver a los sirvientes más jóvenes inquietarse y evitar su mirada. - Voy a buscarlo, Mi Lord -  Ella hizo una reverencia rápidamente antes de salir de la habitación.

Ramsay no le prestó atención al resto, se acercó a su esposa dormida, le puso un mechón de pelo detrás de la oreja y la miró con cariño.

Cuando regresó la criada, la gruesa envoltura de mantas de lana había oscurecido a la niña, envuelta en un cómodo paquete. Ella cuidadosamente entregó al niña, de pie junto a él e irradiando el temor que los atormentaba a todos.

Ramsay examinó al niña, su sonrisa era amplia y se dividió cuando lo rebotó suavemente en sus brazos. Él arrulló sin pensar, admirando los mechones de cabello oscuro que recordaban los suyos. - El niño tiene sus ojos -  Murmuró para sí mismo, finalmente alzando los ojos y mirando a las criadas, la mayoría de las cuales todavía estaban congeladas por el miedo. Él arqueó una ceja con curiosidad. Abrió la boca para comentar sobre el terror palpable en la habitación, pero fue interrumpido por un gemido de su esposa ahora resucitada.

Sus ojos se abrieron y levantó una mano hacia su sien. - ¿Dónde está mi hija? - Parecía seca y ronca, pero sus palabras tuvieron un efecto resonante.

La retirada silenciosa de una manta marcó el final de la artimaña mal planeada.

La sonrisa de Ramsay se desvaneció en un momento y ahora estaba peligrosamente callado. -

- Todos ustedes, fuera -

Ramsay cruzó las manos, su ceño inquisitivo. - ¿ Una hija ? -

T/N asintió modestamente, enfocando su atención en la niña en lugar de su marido temperamental. - No encuentro ninguna diferencia entre los dos -

Su burla fue la crueldad personificada. - ¿ No hay diferencia ? - Él desafió, la ira se filtraba en su tono.

Ella finalmente le concedió el privilegio de encontrarse con su mirada. - No, no hay diferencia. Una hija puede fácilmente llevar la casa a la grandeza, casarse en una familia más fuerte, formar una alianza, tenemos la oportunidad de forjar una dinastía -

- Una dinastía sin nuestro nombre -Ramsay se enfurruñó, calmándose gradualmente mientras sus afiladas palabras lo tranquilizaban.

- Una dinastía con nuestra sangre  - corrigió ella, devolviendo los ojos a su hija - Además, siempre podríamos tener más hijos -

Una sonrisa se torció en la esquina de sus labios, y él rió suavemente. 

Ella le devolvió una pequeña sonrisa, algo brillante detrás de sus ojos de cristal - Si estás a la altura de la tarea -

Ramsay gruñó juguetonamente, mostrando sus dientes de una manera extrañamente depredadora. Él no necesitaba ningún dios. Le daría a su esposa el hijo que le había prometido.