Justo después de cruzar el umbral de la puerta un frío viento cruzó mi cuerpo, helando mis nervios y estremeciendo mi piel, detrás de mí un gran estruendo llegó a mis oídos encendiendo pavorosamente mis sentidos, caí sobre mi espalda intentando girar para defenderme, ante mis ojos tras una espesa nube de polvo, se encontraba la fría y pesada puerta de hierro, cerrada bruscamente por el mismo viento que erizo mi cuerpo.
Me levanté tan pronto como me lo permitió mi cuerpo, me apresure a la maleza más cercana y me deje caer tras ella, permanecí escondido hasta perder la noción de los minutos, implorando que nadie hubiera escuchado, que no apareciera nadie frente a mi, que no me encontrarán.
Pasado el tiempo que creí prudente me incorpore lentamente, observando detenidamente todo a mi alrededor, era un bosque espeso con frondosos y fuertes árboles desconocidos para mí, maleza hierbas y turba cubrían el suelo exepto por aquel pequeño sendero, el cual había observado anteriormente desde la ventana tras las cortinas de aquella aparente biblioteca casera, naciendo el mismo desde la pesada puerta de hierro, hacia lo profundo del bosque donde la luz de la luna apenas podía llegar y la penumbra era casi total.
Comencé a meditar que haría a continuación, rodear la cabaña por el bosque sería difícil y agotador, aún más preocupante era esa persona que ví fuera de la cabaña al bajar las escaleras, no sabía si serían asesinos y no deseaba averiguarlo, regresar por donde vine no era una opción de ninguna manera, observé el sendero tanto como me permitieron mis ojos, la obscuridad podía esconder cualquier cosa no podía ver una salida y no tenía idea de a qué lugar me conduciría.
Pensé en buscar mi brújula, tal vez y con suerte podría llegar a mi auto atravesando el bosque, rebusque entre los diferentes bolsillos de mi mochila, los nervios y el miedo me habían echo olvidar donde estaba, al revisar el bolsillo de enfrente me corté un dedo con un trozo de cristal, mi brújula estaba rota en varios pedazos, seguramente mi caída sobre mi espalda fue su fin, y el de mis planes.
Decidí refugiarme entre los árboles hasta el amanecer y aunque era claro que no podría dormir esa noche era la menor de mis preocupaciones, revise una vez más los bolsillos de mi mochila, las velas y mi encendedor en esta posición serían inútiles, ni hablar de los restos de la brújula y mi celular muerto, quedaban apenas un par de migajas de las frituras que había comido; fue un ejercicio inútil ya que no tenía nada más de utilidad, jamás había estado a la interperie, menos en medio de la nada.
Me senté en la tierra, entre hierba, maleza y lodo, me recargue sobre un tronco duro y húmedo y contemple en cielo nocturno, con muchas más estrellas de las que jamás había visto en mi vida, eran incontables e impresionantes y un espectáculo simplemente maravilloso, era una lastima no poder disfrutar completamente por el miedo que me acosaba.
De pronto un estruendo rompió la noche, un grito desgarrador atravesó la penumbra en un instante, alertando mis sentidos. Provenía del sendero, del fondo, del bosque, de la profundidad.
Tan pronto se recompuso mi mente y mis sentidos regresaron me di cuenta, era el grito de una mujer, seguramente sería aquel fardo que marcó el camino en el polvo a través de las escaleras de la maldita cabaña, seguramente estaba en peligro, o peor aún, muerta.
Corrí por el sendero tan rápido como pude, a pesar de que cada instante repasaba en mi mente todas y cada una de las razones de por qué era una idea absurda y sin sentido mis piernas no se detenían, conflictuado por ayudar o huir, con una tormenta en la cabeza, corriendo inconsciente olvide mirar mi camino, una raíz por fuera me hizo caer
Pude notar la pesada nube de polvo y tierra que mi cuerpo levanto al caer, una cruel punzada recorría mis, rodillas y mi pecho apenas conseguía aire, mis brazos agarrotados apenas respondían y pude notar la sangre corriendo por mi nariz, el sabor en mi boca rápidamente se convirtio en una rancia mezcla de sudor sangre y tierra. Me incorpore lentamente no sin dificultades hasta dejar caer mi cuerpo contra un grueso tronco entre tantos árboles contiguos al sendero, tome un regazo rasgado de mi camisa para romper un pedazo y así poder ponerlo en mi nariz a suerte de torniquete y pude mirar el polvo difuminarse en la noche, mostrando al fin la continuación del temible camino, grande fue mi sorpresa cuando mis cerebro fue conciente de lo que ante mi se desvelaba.
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Tras las puertas de hierro
Mystery / ThrillerMuchas veces, el mundo nos oculta lo que somos incapaces de comprender, y para nuestro bien conseguimos pasarlo por alto...