Adoquines

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Al estar frente al puente pude notar dos pequeños escalones, la curvatura del mismo era poco pronunciada, apenas medio metro por arriba del nivel del suelo, mire a mi alrededor para asegurarme que nadie me habría visto en este tiempo.

Con precaución me puse en cunclillas y deslicé mis manos sobre la fría piedra, junte lo más posible mi cuerpo a la roca y mire ligeramente por encima mío para asegurarme que el pequeño muro de seguridad era capaz de ocultarme y entonces comencé a avanzar a gatas por el puente. La piedra era dura y fría, mis manos y rodillas se entumecian un poco a cada paso, el piso aunque regular no era completamente liso y podía sentir los bordes y algunos guijarros clavarse ligeramente en mi piel, cuando alcance la mitad del puente mirando directamente al frente pude notar tras el puente un camino echo también de adoquines entre la tierra.

Me apresure a cruzar el resto del puente, al bajar la incomodidad en mis extremidades era aún mayor, no había pensado bien antes de avanzar sin embargo no tenía intención alguna de cambiar mi estrategia, si me veian seguramente sería mi fin. Tras un par de trastabillos conseguí llegar a los pequeños peldaños que daban pie al puente, sin despegar mi cuerpo del muro baje al piso arrastrandome y tan rápido como pude rodeé el pilar de soporte del puente para ocultarme tras el mismo.

Me tomé mi tiempo para mirar detenidamente el camino frente a mi, era un grueso hueco entre las frondosas arboledas de por lo menos cuatro metros de ancho, al centro del mismo había perfectamente alineado un camino de adoquines clavados en la tierra, de no más de metro y medio de ancho, dentro del camino todo el suelo estaba cubierto de hojas marchitas, que danzaban lentas con las pequeñas brisas. La luz de la luna que lograba entrar entre el follaje de los árboles apenas dejaba ver unos cuantos metros hacia adentro del camino.

Bebí un poco de agua del río antes de ponerme de pie, para mitigar los nervios, con cautela me fui acercándose al umbral del camino e intente dar un vistazo más cercano, no note nada diferente a mi anterior referencia, sin embargo eso resultó tranquilizante, pues tampoco parecía existir nadie que esperara mi avance por el momento.

Poco a poco me fui adentrando al camino, lo más cercano a los árboles que me podía permitir, cuidaba cada paso para no alertar a nadie con el maldito crujido de las hojas secas que salpicaban por el suelo, avance varios metros antes de detenerme a observar nuevamente.

La entrada aún era perfectamente visible, así como el puente, y aún podía escuchar el suave murmullo del río, observé al lado contrario, el paisaje parecía ser el mismo aún y los árboles no cedían paso a la escasa luz lunar, me sorprendí al notar que en algunas secciones del pequeño sendero trasado los adoquines eran sustituidos por piedras de río, formando círculos, y líneas dentro del sendero, comencé a divagar un poco ¿Quién habría adornado con tanto empeño un camino tan abandonado?

Trate de aclarar mis pensamientos rápidamente, no podía estar quieto tanto tiempo, me moví nuevamente para terminar de recorrer ese camino, intentando cavilar todas las posibilidades que depararía el salir de aquí, fue entonces que recordé que me encontraba totalmente indefenso, mi mente volcó en desesperacion y angustia, no tenía oportunidades, comencé a llorar y gimotear dejándome caer sobre el suelo, no cabía duda de que moriría aquí, era destino sellado y mi estremecido cuerpo lo sabía, pensé por un instante en abandonarme justo ahí, dejarme morir de cualquier manera.

Pasados unos minutos deje de auto compadecerme, me recordé todo el esfuerzo que había realizado hasta ahora, no podía dejar que todo fuera en vano, me levanté y pesadamente comencé a andar de nuevo, me oponía con todas mis fuerzas a la idea de que al salir algo o alguien me matará, me forzaba a mi mismo a tener esperanza.

Apenas un par de minutos después una fuerte ráfaga de viento soplo desde el otro extremo del camino, justo frente a mí se levantó una rápida polvadera mezclada con la hojarasca, algunos restos consiguieron entrar a mis ojos, me incline a un lado para intentar cubrirme, cuando por fin el viento se detuvo levanté la cabeza limpiando mis ojos con las manos cerradas, al mirar frente a mi, al otro lado del sendero pude ver una rama rota de un viejo árbol, era gruesa y suficientemente larga, con nuevos bríos sobre mi corrí a tomarla, y decidido a retomar mi camino, ahora no estaba del todo indefenso, y todo se lo debía a una corriente de viento, ¡pensé incluso que era una señal divina!

Al tomarla entre mis manos no tarde en darme cuenta que la rama estaba totalmente podrida, pues se desmoronaba con el simple roce de mis palmas, era un instrumento totalmente inútil, así que resignado decidí que debía continuar mi camino, de cualquier manera, por más que lo atrasara el resultado sería el mismo.

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⏰ Última actualización: Jun 23, 2019 ⏰

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Tras las puertas de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora