La Puerta (Parte 1)

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Me inundo una inquietud abrumadora, ¿por que una casa solitaria, abandonada en medio del bosque necesitaría una puerta como esa? ¿A que lugar conduciría ese camino?

Inquieto regrese arrastrando el viejo sillón hasta la habitación principal, donde el clima no golpeaba tan fría mente, con la imagen de la extraña puerta clavada en mi mente, comencé a sacudir el sillón, las nubes de polvo subieron tempestuosas por todo el cuarto, dibujando extrañas formas y fuertes remolinos, más pronto que tarde una oleada del mismo entro por mi boca y mi nariz, provocando en mi una oleada de tos fuerte e incomoda.

Cuando el polvo termino de disiparse me recosté en el sillón, que aun permanecía suave a pesar de su viejo aspecto, quería descansar un poco antes de retomar mi viaje, el día había sido agotador y ridículamente difícil, apenas conseguí comer un par de frituras que llevaba en los bolsillos, el hambre cuando menos seria menos fuerte, pronto el cansancio fue más fuerte que mi curiosidad y poco a poco me fui deslizando entre las sedas del sueño, perdiendo la mente en una obscura ola de pensamientos sin sentido.

Un ruido agresivo y agudo me despertó estrepitosamente, el rechinar del metal, inconfundible y molesto rasguño mis oídos tan profundo que podría haber jurado quedarme con astillas de ese rechinante metal hospedados en mis oídos. Tras la confusión inicial, rápidamente espabilado busque cerca alguna de las velas, hasta que una quedó atrapada entre mis temblorosos dedos, la encendí envuelto en pánico y apunte a cada rincón en esa habitación donde mis ojos pudieran escudriñar el más mínimo detalle, las sombras jugaban danzantes al ritmo de la debil luz de aquella vieja vela; era evidente que alguien más, o algún animal, se encontraba cerca de mi, y en aquel momento parecía que mi presencia era aún desconocida para mi extraña compañía

Poco a poco un temor subió desde mi espina dorsal, ¿Cuánto tiempo faltaba para que aquello que se deslizaba entre las sombras me encontrará? ¿Podría ser otro humano perdido? Peor aún, ¿Un loco? Se antojaba más tranquilizante para mí que fuera un animal salvaje, hasta que pensé en los depredadores comunes, no conocía el lugar, pero podría haber lobos, o coyotes. Barajaba cada posibilidad y cada opción de escapar hasta que una serie de golpes secos inundó la penumbra desde fuera, algo caía por las escaleras lenta y pesadamente.

Trague saliva y el sudor, ahora más frío que el ambiente general me recordó que seguía vivo, decidí tomar mi mochila y prepararme para esconderme cuando escuché nuevamente aquel horrible chirrido, pude distinguir con toda certeza su procedencia, era la puerta, ¡La maldita puerta!

Salí lentamente de la recamara con la vela iluminando cada parte del pasillo, poco a poco me acerque a las polvorientas escaleras y al mirar el piso note lo que más hubiera temido, algo, humano o no, fue arrastrado pacientemente atravesando el pasillo, desde el cuarto de aire infantil al lado del lugar donde me había refugiado, ahora estaba convencido de manera absoluta que no estaba seguro en ese lugar. Asomé lentamente mi cabeza por las escaleras, intentando ver o escuchar la más mínima señal de peligro, poco a poco baje los escalones, uno a uno procurando no hacer ningún ruido.

Pensando solo en salir de ese lugar, llegué a la parte más baja, pude ver el pequeño camino marcado de el polvo cruzar el comedor, hasta perderse en el arco de adoquines que daba entrada a la cocina y ver, con asombro y miedo la pesada puerta de roble abierta completamente, arrojando todo su peso contra la interperie nocturna.

Al voltear la mirada al salón principal y la salida pude notar una palida sombra escurrir por las rotas ventanas principales, la apenas perceptible luz de la luna la enmarcaba perfectamente ¡Maldición! El único lugar con probabilidad de ser seguro sería a través de la parte trasera, de esa vieja puerta de hierro.

Me moví lentamente intentando que ningún ruido saliera de mi cuerpo, siguiendo el rastro en el polvo con la esperanza de que quien arrastró el cuerpo estuviera lejos, o cuando menos deseaba tener más tiempo para huir que del sujeto que estaba delante, por como jugaba su sombra entre la luz de la luna podía asegurar que estaba en la puerta, por más que lo odiara recorrer el camino de quien paso antes que yo sería la mejor opción.

Sin darme cuenta estaba parado justo frente a la puerta de roble, abierta completamente ante mi, dejando caer sobre mis pies el pálido brillo de la luna y el gélido viento recorrer mis hombros, camine ciego en mis pensamientos hasta el dintel de la pesada puerta, para cuando me di cuenta estaba completamente indefenso, mire apresurado tanto como pude resando por no haber sido visto.

No había nadie, el pasto verde, abundante y desordenado se mecía con la brisa, desprendiendo un ligero aroma a hierba cortada, pude notar el rastro de aquello que fue arrastrado, todo el pasto y las hierbas habían sido aplastadas en su camino, levanté aún más la mirada para notar que la puerta de hierro estaba abierta justo frente a mi.

Tras las puertas de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora