Capítulo 18 • La extrañe tanto.

11 0 0
                                    

Desde el día que no había podido controlar mis impulsos con Chihaya y le había dicho que me gustaba, ella al día siguiente cuando volvimos a la casa, quiso hablar conmigo a solas. Por un momento me emocione creí que iba a aceptar mis sentimientos, pero fue todo lo contrario, ella rompió mi corazón sin piedad .

Me dijo con seriedad y en tono firme, que no volviera a hacer una cosa como esa nunca más, porque podría perjudicar mi trabajo, el de los demás, iniciar rumores sobre nosotros, la empresa, pero sobre todo alterar el orden de la casa y de nuestra tranquilidad. Que ella solo estaba con nosotros para trabajar y que no tenia intenciones de tener una aventura con ninguno de nosotros.

Excusándome, le dije estaba consciente de todo lo que decía, pero que aun así quería estar con ella.

Entonces cruelmente dijo que probablemente lo que sentía solo era un impulso, deseo por el contacto femenino, alegando que entendía, ya que era la primera vez que vivía y tenía tanto contacto con una mujer en la casa. Por siguiente me pidió que me concentrara en mi trabajo y ella solo se encargaría de cuidarnos y hacer las tareas por las cuales había sido contratada, agregando que era mejor olvidarnos de lo sucedido anteriormente.

Terminado de romper mi corazón en mil pedazos, ella solo me dio las buenas noches y se marchó, sin dejarme decir una sola palabra mas .

Después de eso no volví a insinuar, me guarde lo que sentía en el bolsillo, y trate de hacer lo mejor que podía para tener un trato normal con ella y los chicos.

Al cabo de unos días había razonado, para caer en cuenta de que ella tenía razón en todo lo que me había dicho, menos en lo que pensaba que sentía. Ya entendía que la chica no sólo era prohibida para mi, sino para todos nosotros, pero aún así mis sentimientos solo crecían sin parar, oprimiendo mi pecho.

Las semanas se habían convertido en un verdadera lucha para mi, tratando de contener mi cuerpo para que no fueran a su lado cuando la veía sola. Provocando que mordiera mis labios con fuerza para no ir a abrazarla, mientras apretaba mis puños a la distancia.

Hacia lo posible para olvidarme de ella, pensando que lo que sentía era unilateral, que por su parte no sentía lo mismo que yo, pero no servía de nada. Mi cariño seguía creciendo más y más, tanto que llegue al punto de comenzar a amarla. 

Había momentos en los que pensaba que era un masoquista, me dolía lo que sentía, pero aún así, no quería dejar de hacerlo, o mejor dicho ... ya no podía.

Los meses pasaban junto con las estaciones, pero la única que seguía igual, era ella. Haciendo lo que ya se había acostumbrado, trabajar para nosotros. A pesar de todo nunca me trato de manera indiferente, como tampoco dejo de hablarme, simplemente borro ese momento de su mente e hizo como si nada hubiera pasado entre nosotros. Tratándome de la misma manera en la que me había conocido. Ver en la forma en la que actuaba me dolía demasiado, ya que no la podía sentir como a una empleada, era parte de mi vida. De nuestras vidas.

A pesar de que ella no me trataba diferente a los demás, podía notar que había colocado entre los dos una barrera divisoria, que sabia que no me iba a dejar pasar bajo ninguna circunstancia.

Un día cuando volvió a la casa después de una reunión con los managers, contenta nos comunico que se iba a ir a su país quince días por las fiestas. Los chicos se alegraron por la noticia, pero en ese momento no nos imaginábamos todos esos días sin Chihaya a nuestro alrededor.

La tarde en la que se tenia que marchar, por fin después de tanto tiempo me permitió darle un abrazo, al que respondió con fuerza, acariciando mi espalda. En ese momento casi no logro contener las ganas de tomar su rostro y besarla, hasta que todos los chicos se acercaron para darle un abrazo grupal, disipando mis impulsos. Si no hubiese sido por ellos habría cometido un error.

Un día a la vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora